Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Tú eres mi Dios
Canción de David cuando estaba en el desierto de Judá.
1 Dios mío, tú eres mi Dios,
desesperado te busco.
Mi alma tiene sed de ti;
todo mi ser suspira por ti,
como la tierra seca y árida
desea el agua.
2 Te vi en tu templo,
contemplé tu poder y tu gloria.
3 Tu fiel amor es mejor que la vida misma,
mis labios te alaban.
4 Te alabaré con mi vida;
alzaré las manos en tu nombre al adorarte.
5 Me sentiré completamente satisfecho,
como quien disfruta de una comida muy sabrosa,
y mis labios dichosos te alabarán.
6 Estando en mi lecho me acuerdo de ti,
pienso en ti a media noche.
7 Porque tú me ayudas,
y a la sombra de tus alas canto de alegría.
8 Me aferro a ti,
tu mano derecha me sostiene.
Se envían espías a Canaán
(Dt 1:19-25)
13 El SEÑOR le dijo a Moisés: 2 «Envía algunos hombres a explorar Canaán, el territorio que les voy a dar a los israelitas. De cada tribu envía un hombre que sea jefe entre los suyos».
17 Cuando Moisés los envió a explorar la tierra de Canaán, les dijo:
—Vayan de aquí hacia el Néguev y luego hacia la zona montañosa. 18 Observen cómo es el territorio; vean si la gente que vive ahí es fuerte o débil, si son pocos o muchos, 19 buenos o malos. Fíjense cómo son sus ciudades, si están a campo abierto o si son fortificadas y si la tierra es buena o mala, 20 fértil o pobre, y si hay árboles. Hagan todo lo mejor que puedan y traigan algunos frutos de la tierra.
Esto sucedió en la época de la primera cosecha de uvas. 21 Entonces ellos fueron y exploraron el territorio desde el desierto de Zin a Rejob por Lebó Jamat. 22 Subieron hasta el Néguev y fueron a Hebrón donde vivían Ajimán, Sesay y Talmay, descendientes de Anac. La ciudad de Hebrón fue construida siete años antes que la ciudad de Zoán en Egipto. 23 Luego fueron al valle de Escol, donde cortaron una rama con un racimo de uvas que cargaron sobre un palo entre dos hombres. También llevaron higos y granadas. 24 A ese lugar se le llamó valle de Escol[a] debido al racimo de uvas que los israelitas cortaron allí. 25 Volvieron de explorar la tierra después de 40 días 26 y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de los israelitas. Estaban en el desierto de Parán, en Cades, y fue allí donde les dieron a todos un informe y les mostraron el fruto de esa tierra. 27 Le informaron a Moisés, así:
—Fuimos al territorio a donde nos enviaste y en verdad es una tierra que rebosa de leche y de miel, aquí pueden ver sus frutos. 28 Pero la gente que la habita es fuerte, las ciudades son fortificadas y muy grandes, incluso vimos allí a los descendientes de Anac.[b] 29 Los amalecitas viven en la tierra del Néguev; los hititas, jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa, y los cananeos viven al lado del mar y a lo largo del río Jordán.
30 Luego Caleb le pidió a la gente que estaba cerca de Moisés que se callara y dijo:
—¡Vamos y apoderémonos de esa tierra! Con seguridad que la conquistaremos.
31 Pero los espías que fueron con él dijeron:
—No seremos capaces de atacar a esa gente porque ellos son más fuertes que nosotros.
32 Luego esparcieron falsos rumores entre los israelitas acerca de la tierra que exploraron, diciendo:
—La tierra que exploramos es una tierra que se traga a la gente que vive en ella. Toda la gente que vimos era enorme, 33 basta con decirles que vimos incluso a los Nefilim[c]. Los descendientes de Anac vienen de los Nefilim. Ante ellos nos sentimos como saltamontes y así les parecíamos nosotros a ellos.
El pueblo se queja de nuevo
14 Entonces toda la comunidad se puso a gritar y los israelitas lloraron toda la noche. 2 Todos los israelitas hablaban mal de Moisés y de Aarón y decían: «¡Mejor hubiera sido morir en Egipto, o morir de una vez en este desierto! 3 ¿A qué nos trae el SEÑOR a esta tierra? ¿A morir en combate y a que nuestras esposas e hijos sirvan de botín del enemigo? ¿No será mejor regresarnos a Egipto?» 4 Luego se decían unos a otros: «Nombremos un jefe y volvamos a Egipto».
5 Lo que decía la gente horrorizó tanto a Moisés y a Aarón que se tiraron al suelo delante de todos. 6 Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, dos de los que exploraron la tierra, rasgaron su ropa en señal de desacuerdo y de tristeza 7 y le dijeron a toda la comunidad:
—La tierra que exploramos es una tierra muy buena. 8 Si el SEÑOR está satisfecho con nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la dará; es una tierra que rebosa de leche y de miel. 9 Así que no se rebelen contra el SEÑOR, y no le tengan miedo a la gente de esa tierra porque los derrotaremos fácilmente. Ellos no tienen quien los proteja, en cambio el SEÑOR está con nosotros, así que no hay que tenerle miedo a esa gente.
Jesús habla otra vez de su muerte
(Mr 9:30-32; Lc 9:43b-45)
22 Cuando Jesús volvió con sus seguidores a Galilea, les dijo:
—El Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres 23 que lo van a matar; pero al tercer día, resucitará.
Los seguidores se pusieron muy tristes.
Jesús enseña sobre el pago de impuestos
24 Cuando Jesús y sus seguidores entraron al pueblo de Capernaúm, se le acercaron a Pedro unos hombres que recaudaban el impuesto del templo y le preguntaron:
—¿Tu maestro no paga el impuesto del templo[a]?
25 Pedro les respondió que sí y entró a la casa. Antes de que Pedro dijera algo, Jesús dijo:
—¿Tú qué piensas, Simón? ¿De quién recogen los impuestos los reyes de la tierra? ¿Acaso los recogen de sus hijos o de los que no son de la familia?
26 Pedro le respondió:
—Los que pagan los impuestos son los hijos de la otra gente.
Entonces Jesús le dijo:
—Es decir, que los hijos del rey no pagan impuestos. 27 Pero, como nosotros no queremos que armen un escándalo, ve al lago y pesca con anzuelo. Ábrele la boca al primer pescado que pesques, y allí encontrarás una moneda[b]. Llévala y dásela a los que cobran impuestos. Ese dinero pagará tu impuesto y el mío.
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