Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
8 ¡Ay, oigo que viene mi amado!
Viene saltando por las montañas,
brincando por las colinas.
9 Mi amante es como una gacela veloz
o un venado joven.
¡Miren! Allí está, detrás del muro,
asomándose por la ventana,
mirando dentro de la habitación.
10 Mi amante me dijo:
«¡Levántate, amada mía!
¡Ven conmigo, mi bella mujer!
11 Mira, el invierno se acabó
y las lluvias ya pasaron.
12 Las flores están brotando;
ha llegado la temporada de los pájaros cantores,[a]
y el arrullo de las tórtolas llena el aire.
13 Las higueras comienzan a formar su fruto,
y las vides fragantes están en flor.
¡Levántate, amada mía!
¡Ven conmigo, mi bella mujer!».
30 En cuanto Isaac terminó de bendecir a Jacob y casi antes de que Jacob saliera de la presencia de su padre, Esaú regresó de cazar. 31 Preparó una comida deliciosa y se la llevó a su padre. Entonces dijo:
—Levántate, padre mío, y come de lo que he cazado, para que puedas darme tu bendición.
32 Pero Isaac le preguntó:
—¿Quién eres tú?
—Soy tu hijo, tu hijo mayor, Esaú—contestó.
33 Isaac comenzó a temblar de manera incontrolable y dijo:
—¿Entonces quién me acaba de servir lo que cazó? Ya he comido, y lo bendije a él poco antes de que llegaras, ¡y esa bendición quedará en pie!
34 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno de amargura.
—Oh padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí!—le suplicó.
35 Pero Isaac le dijo:
—Tu hermano estuvo aquí y me engañó. Él se ha llevado tu bendición.
36 —Con razón su nombre es Jacob—exclamó Esaú—, porque ahora ya me ha engañado dos veces.[a] Primero tomó mis derechos de hijo mayor, y ahora me robó la bendición. ¿No has guardado ni una bendición para mí?
37 —He puesto a Jacob como tu amo—dijo Isaac a Esaú—, y he declarado que todos sus hermanos serán sus siervos. Le he garantizado abundancia de grano y de vino; ¿qué me queda para darte a ti, hijo mío?
38 —¿Pero acaso tienes una sola bendición? Oh padre mío, ¡bendíceme también a mí!—le rogó Esaú.
Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar.
39 Finalmente su padre Isaac le dijo:
«Tú vivirás lejos de las riquezas de la tierra
y lejos del rocío que desciende de los cielos.
40 Vivirás de la espada
y servirás a tu hermano.
Sin embargo, cuando decidas liberarte,
te sacudirás su yugo del cuello».
Jacob huye a Padán-aram
41 Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él. Entonces Esaú comenzó a tramar: «Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y después mataré a mi hermano Jacob».
42 Entonces Rebeca se enteró de los planes de Esaú y llamó a Jacob y le dijo:
—Escucha, Esaú se consuela haciendo planes para matarte. 43 Así que, hijo mío, presta mucha atención. Prepárate y huye a casa de mi hermano Labán, en Harán. 44 Quédate allí con él hasta que tu hermano se calme. 45 Cuando él se haya calmado y olvide lo que le hiciste, mandaré a buscarte para que regreses. ¿Por qué tendría que perder a los dos hijos en un solo día?
46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:
—¡Estoy harta de estas mujeres hititas de aquí! Preferiría morir antes que ver a Jacob casado con una de ellas.
La ira de Dios contra el pecado
18 Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión.[a] 19 Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. 20 Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios.
21 Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión. 22 Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios. 23 Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles.
24 Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí. 25 Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza! Amén.
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