Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Oración de quien está abrumado de problemas y se desahoga ante el Señor.
102 Señor, ¡oye mi oración!
¡Escucha mi ruego!
2 No te alejes de mí
en el tiempo de mi angustia.
Inclínate para escuchar
y no tardes en responderme cuando te llamo.
3 Pues mis días desaparecen como el humo,
y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
4 Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba,
y perdí el apetito.
5 Por mi gemir,
quedé reducido a piel y huesos.
6 Soy como un búho en el desierto,
como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
7 Me acuesto y sigo despierto,
como un pájaro solitario en el tejado.
8 Mis enemigos se burlan de mí día tras día;
se mofan de mí y me maldicen.
9 Me alimento de cenizas;
las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
10 a causa de tu enojo y de tu ira,
pues me levantaste y me echaste.
11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde;
voy marchitándome como hierba.
12 Pero tú, oh Señor, te sentarás en tu trono para siempre;
tu fama durará por todas las generaciones.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén;[a]
ya es tiempo de tener compasión de ella,
ahora es el momento en que prometiste ayudar.
14 Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas
y atesora hasta el polvo de sus calles.
15 Entonces las naciones temblarán ante el Señor;
los reyes de la tierra temblarán ante su gloria.
16 Pues el Señor reconstruirá Jerusalén;
él aparecerá en su gloria.
17 Escuchará las oraciones de los desposeídos;
no rechazará sus ruegos.
5 Confía en el Señor con todo tu corazón;
no dependas de tu propio entendimiento.
6 Busca su voluntad en todo lo que hagas,
y él te mostrará cuál camino tomar.
7 No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.
En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.
8 Entonces dará salud a tu cuerpo
y fortaleza a tus huesos.
9 Honra al Señor con tus riquezas
y con lo mejor de todo lo que produces.
10 Entonces él llenará tus graneros,
y tus tinajas se desbordarán de buen vino.
11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor
ni te enojes cuando te corrige.
12 Pues el Señor corrige a los que ama,
tal como un padre corrige al hijo que es su deleite.[a]
44 »Nuestros antepasados llevaron el tabernáculo[a] con ellos a través del desierto. Lo construyeron según el plan que Dios le había mostrado a Moisés. 45 Años después, cuando Josué dirigió a nuestros antepasados en las batallas contra las naciones que Dios expulsó de esta tierra, el tabernáculo fue llevado con ellos al nuevo territorio. Y permaneció allí hasta los tiempos del rey David.
46 »David obtuvo el favor de Dios y pidió tener el privilegio de construir un templo permanente para el Dios de Jacob,[b] 47 pero fue Salomón quien lo construyó. 48 Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por manos humanas. Como dice el profeta:
49 “El cielo es mi trono
y la tierra es el estrado de mis pies.
¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ese?
—pregunta el Señor—.
¿Podrían construirme un lugar de descanso así?
50 ¿Acaso no fueron mis manos las que hicieron el cielo y la tierra?”[c].
51 »¡Pueblo terco! Ustedes son paganos[d] de corazón y sordos a la verdad. ¿Resistirán para siempre al Espíritu Santo? Eso es lo que hicieron sus antepasados, ¡y ustedes también! 52 ¡Mencionen a un profeta a quien sus antepasados no hayan perseguido! Hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, el Mesías a quien ustedes traicionaron y asesinaron. 53 Deliberadamente desobedecieron la ley de Dios, a pesar de que la recibieron de manos de ángeles.
54 Los líderes judíos se enfurecieron por la acusación de Esteban y con rabia le mostraban los puños;[e] 55 pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, y vio la gloria de Dios y vio a Jesús de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 56 Y les dijo: «¡Miren, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios!».
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