Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Nun
105 Tu palabra es una lámpara a mis pies;
es una luz en mi sendero.
106 Hice un juramento, y lo he confirmado:
que acataré tus rectos juicios.
107 Señor, es mucho lo que he sufrido;
dame vida conforme a tu palabra.
108 Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios;
enséñame tus juicios.
109 Mi vida pende de un hilo,[a]
pero no me olvido de tu ley.
110 Los impíos me han tendido una trampa,
pero no me aparto de tus preceptos.
111 Tus estatutos son mi herencia permanente;
son el regocijo de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos
para siempre y hasta el fin.
6 ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga!
¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría!
7 No tiene quien la mande,
ni quien la vigile ni gobierne;
8 con todo, en el verano almacena provisiones
y durante la cosecha recoge alimentos.
9 Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado?
¿Cuándo despertarás de tu sueño?
10 Un corto sueño, una breve siesta,
un pequeño descanso, cruzado de brazos…
11 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido,
y la escasez como un hombre armado![a]
12 El bribón y sinvergüenza,
el vagabundo de boca corrupta,
13 hace guiños con los ojos,
y señas con los pies y con los dedos.
14 El malvado trama el mal en su mente,
y siempre anda provocando disensiones.
15 Por eso le sobrevendrá la ruina;
¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo!
16 Hay seis cosas que el Señor aborrece,
y siete que le son detestables:
17 los ojos que se enaltecen,
la lengua que miente,
las manos que derraman sangre inocente,
18 el corazón que maquina planes perversos,
los pies que corren a hacer lo malo,
19 el falso testigo que esparce mentiras,
y el que siembra discordia entre hermanos.
Advertencia contra el adulterio
20 Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre
y no abandones la enseñanza de tu madre.
21 Grábatelos en el corazón;
cuélgatelos al cuello.
22 Cuando camines, te servirán de guía;
cuando duermas, vigilarán tu sueño;
cuando despiertes, hablarán contigo.
23 El mandamiento es una lámpara,
la enseñanza es una luz
y la disciplina que corrige es camino de vida.
Validez del testimonio de Jesús
12 Una vez más, Jesús se dirigió a la gente, y les dijo:
―Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 ―Tú te presentas como tu propio testigo —alegaron los fariseos—, así que tu testimonio no es válido.
14 ―Aunque yo sea mi propio testigo —repuso Jesús—, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Vosotros juzgáis según criterios humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie. 16 Y, si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por mi cuenta, sino en unión con el Padre que me envió. 17 En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. 18 Yo soy testigo de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.
19 ―¿Dónde está tu padre?
―Si supierais quién soy yo, sabríais también quién es mi Padre.
20 Estas palabras las dijo Jesús en el lugar donde se depositaban las ofrendas, mientras enseñaba en el templo. Pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su tiempo.
Yo no soy de este mundo
21 De nuevo Jesús les dijo:
―Yo me voy, y vosotros me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
22 Comentaban, por tanto, los judíos: «¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: “Adonde yo voy, vosotros no podéis ir”?»
23 ―Vosotros sois de aquí abajo —continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados, pues, si no creéis que yo soy quien afirmo ser,[a] en vuestros pecados moriréis.
25 ―¿Quién eres tú? —le preguntaron.
―En primer lugar, ¿qué tengo que explicaros?[b] —contestó Jesús—. 26 Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de vosotros. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.
27 Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre. 28 Por eso Jesús añadió:
―Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. 29 El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.
30 Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él.
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