Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 91 (90)
El Señor es tu refugio
91 Tú que habitas al amparo del Altísimo,
tú que vives al abrigo del Todopoderoso,
2 dí al Señor: “tú eres mi refugio,
mi baluarte, mi Dios en quien confío”.
3 Él te librará de la red del cazador
y de la peste asoladora;
4 con sus plumas te resguardará,
bajo sus alas te dará cobijo,
escudo y armadura será su lealtad.
5 No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que ondea de día,
6 ni la peste que surca la niebla,
ni la plaga que devasta a pleno día.
14 Voy a salvarlo pues se acogió a mí;
lo protegeré, pues me conoce.
15 Me llamará y le responderé,
estaré con él en la angustia,
lo libraré y lo engrandeceré;
16 le daré una larga vida,
le haré ver mi salvación.
Diversos oráculos contra los falsos profetas
9 A los profetas:
Tengo roto en mi pecho el corazón,
se estremecen todos mis huesos;
me siento igual que un borracho,
como un hombre cargado de vino;
y todo a causa del Señor,
a causa de sus santas palabras.
10 El país está lleno de adulterios,
por eso la tierra está de luto,
como una maldición,
y se secan los pastos de la estepa.
Siguen el curso del mal,
ponen su fuerza en la injusticia.
11 Hasta profetas y sacerdotes son impíos,
hasta en mi Templo encuentro su maldad
—oráculo del Señor—.
12 Por eso, su camino
se les hará resbaladizo;
empujados a las tinieblas,
en las tinieblas caerán.
Traeré contra ellos la desgracia
el año en que les pida cuentas
—oráculo del Señor—.
13 Entre los profetas de Samaría
he visto una cosa inmoral:
profetizan en nombre de Baal
y extravían a mi pueblo Israel.
14 Entre los profetas de Jerusalén
he visto una cosa espantosa:
son adúlteros, van tras la mentira,
se ponen a favor de los malvados
y nadie se aparta de su maldad.
Son todos para mí como Sodoma,
sus habitantes igual que Gomorra.
15 Por eso, así dice el Señor del universo
acerca de los profetas:
Voy a darles a comer ajenjo,
y a beber, agua emponzoñada,
pues los profetas de Jerusalén
han esparcido la impiedad por el país.
16 Así dice el Señor del universo:
No escuchen las palabras de los profetas
que les despiertan esperanzas vanas
y les transmiten visiones imaginarias,
cosas que no ha hablado el Señor.
17 A los que desprecian la palabra del Señor
les dicen: “Tendrán paz”;
a los que siguen su corazón obstinado
les dicen: “No los alcanzará el mal”.
18 ¿Quién estuvo en el consejo del Señor
y vio todo y escuchó su palabra?
¿Quién prestó la debida atención,
de modo que pudiera oír esa palabra?
19 Ya ha estallado la tempestad del Señor,
que gira sobre la cabeza de los malvados;
20 no cesará la cólera del Señor
hasta haber ejecutado sus designios.
Después de que pase ese tiempo,
lograrán entenderlo del todo.
21 Yo no envié a los profetas,
pero ellos se apresuraban a hablar;
tampoco les dirigí mi palabra,
pero ellos profetizaban.
22 Si hubieran participado en mi consejo,
transmitirían mis palabras a mi pueblo
para que se convirtiera de su mal camino
y abandonase sus malvadas acciones.
8 No se trata de ninguna imposición, sino que, a la vista del entusiasmo de los demás, quiero comprobar la autenticidad del amor que ustedes profesan tener.
9 Ya conocen cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo rico como era, se hizo pobre por ustedes para enriquecerlos con su pobreza. 10 Y es mi opinión al respecto que, si el año pasado tomaron ustedes la iniciativa no sólo para realizar la colecta, sino incluso para proyectarla, 11 la lleven ahora a feliz término. Así su entusiasmo al proyectarla se corresponderá con su realización práctica, de acuerdo con las posibilidades de cada uno. 12 Si la disposición es buena, a nadie se le piden imposibles; lo que dé es bien recibido. 13 Porque tampoco se trata de que ustedes pasen estrecheces para que otros vivan holgadamente; se trata de atenerse a un criterio de equidad: 14 que en este momento la abundancia de que ustedes gozan remedie su necesidad, para que la abundancia de ellos remedie en su día la necesidad de ustedes. De este modo reinará la igualdad, 15 como dice la Escritura: A quien recogía mucho, no le sobraba; y a quien recogía poco, tampoco le faltaba.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España