Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
PRIMERA PARTE (1—39)
Marco histórico
1 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, sobre Judá y Jerusalén, en tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.
Nueva acusación: falso culto
10 Escuchen la palabra del Señor,
gobernantes de Sodoma;
oigan la enseñanza de nuestro Dios,
pobladores de Gomorra.
11 ¿Qué utilidad me reportan
sus abundantes sacrificios?
—dice el Señor—.
Estoy harto de holocaustos de carneros,
de la enjundia de cebones;
no me agrada la sangre de novillos,
de corderos y machos cabríos.
12 Cuando entran en mi presencia
y penetran por mis atrios,
¿quién les exige esas cosas?
13 No traigan más ofrendas injustas,
el humo de su cremación
me resulta insoportable.
Novilunio, sábado, asamblea…
no soporto reuniones de malvados.
14 Odio novilunios y fiestas,
me resultan ya insoportables,
intento en vano aguantarlos.
15 Cuando levantan las manos suplicantes,
aparto mi vista de ustedes;
por más que aumenten las oraciones,
no pienso darles oído;
sus manos están llenas de sangre.
16 Lávense, purifíquense;
aparten de mi vista
todas sus fechorías;
dejen ya de hacer el mal.
17 Aprendan a hacer el bien,
tomen decisiones justas,
restablezcan al oprimido,
hagan justicia al huérfano,
defiendan la causa de la viuda.
18 Vengan y discutamos esto,
—dice el Señor—.
Aunque sean sus pecados
tan rojos como la grana,
blanquearán como la nieve;
aunque sean como la púrpura,
como lana quedarán.
19 Si están dispuestos a obedecer,
comerán lo mejor de la tierra;
20 si se niegan y se rebelan,
la espada los comerá.
Es el Señor quien ha hablado.
Salmo 50 (49)
Es Dios el que juzga
50 Salmo de Asaf.
El Señor, el Dios de dioses,
habló y convocó a la tierra
desde el levante al poniente.
2 Desde Sión, toda hermosa,
Dios se ha mostrado.
3 Ya viene nuestro Dios, no callará;
un fuego devorador lo precede,
a su alrededor estalla la tormenta.
4 Desde la altura convoca a cielos
y tierra para juzgar a su pueblo:
5 “Congréguenme ustedes a mis fieles
que con un sacrificio sellaron mi alianza”.
6 Los cielos proclaman su justicia
porque es Dios mismo el que juzga. [ Pausa]
7 Escucha, pueblo mío, y hablaré;
Israel, contra ti yo testifico:
“Yo soy Dios, tu Dios.
8 No te reprendo por tus sacrificios,
pues tus holocaustos están siempre ante mí.
22 Entiéndanlo bien los que olvidan a Dios,
no sea que los destruya y nadie los salve.
23 Quien ofrece un sacrificio de alabanza me da gloria:
al de conducta integra le haré ver la salvación de Dios.
IV.— JESUCRISTO, AUTOR Y PERFECCIONADOR DE NUESTRA FE (11,1—12,13)
Los primeros testigos de la fe: Abel, Enoc, Noé
11 La fe es garantía de las cosas que esperamos y certeza de las realidades que no vemos. 2 Por ella obtuvieron nuestros mayores la aprobación de Dios. 3 Por la fe comprendemos que el universo ha sido modelado por la palabra de Dios, de modo que lo visible tiene su origen en lo invisible.
De Abrahán a José
8 Por la fe Abrahán obedeció la llamada de Dios y se puso en camino hacia la tierra que había de recibir en herencia. Y partió sin conocer cuál era su destino. 9 Por la fe vivió como extraño en la tierra que Dios le prometió, habitando en cabañas. Y otro tanto hicieron Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa juntamente con él, 10 que había puesto su esperanza en una ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también, a pesar de que Sara era estéril y de que él mismo había rebasado la edad apropiada, recibió Abrahán fuerza para fundar un linaje; todo porque se fió de quien se lo había prometido. 12 Así que de uno solo, y ya sin vigor, surgieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo, incontables como la arena de la playa. 13 Todos estos murieron sin haber recibido lo prometido, pero lo vieron de lejos con los ojos de la fe y lo saludaron, reconociendo así que eran extranjeros y gente de paso sobre aquella tierra. 14 Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. 15 Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella. 16 Pero ahora suspiraban por una patria mejor, la patria celestial. Precisamente por eso, al haberles preparado una ciudad, no tiene Dios reparo en que lo llamen “su Dios”.
32 No tengan miedo, pequeño rebaño, que es voluntad de el Padre darles el reino. 33 Vendan sus bienes y repartan el producto entre los necesitados. Háganse así un capital que no se deteriora, riquezas inagotables en los cielos, donde no hay ladrones que entren a robar ni polilla que destruya. 34 Pues donde tengan ustedes su riqueza, allí tendrán también el corazón.
Preparados para la venida del Señor (Mt 24,42-44)
35 Estén preparados y mantengan las lámparas encendidas. 36 Sean como criados que están esperando que el amo regrese de una boda, listos para abrirle la puerta en cuanto llegue y llame. 37 ¡Felices aquellos criados a quienes el amo, al llegar, los encuentre vigilando! Les aseguro que los hará sentarse a la mesa y él mismo se pondrá a la tarea de servirles la comida. 38 Felices ellos si al llegar el amo, ya sea a medianoche o de madrugada, los encuentra vigilando. 39 Piensen que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, impediría que le perforaran la casa. 40 Pues también ustedes estén preparados, porque cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España