Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 77 (76)
Mi voz alzo a Dios y pido auxilio
77 Al maestro del coro. De Yedutún. Salmo de Asaf.
2 Mi voz alzo a Dios y pido auxilio,
mi voz alzo a Dios y él me escucha.
11 Y yo digo: “Esto es lo que me aflige,
que el favor del Altísimo ha cambiado”.
12 Recuerdo las proezas de Dios,
recuerdo tus prodigios de antaño;
13 sobre todos tus actos medito,
sobre tus hechos reflexiono.
14 Oh Dios, santo es tu camino,
¿qué dios es tan grande como Dios?
15 Tú eres el Dios que haces prodigios,
tú muestras tu poder entre los pueblos;
16 con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y José. [ Pausa]
17 Te vieron, oh Dios, las aguas,
te vieron las aguas y temblaron,
los abismos del mar se estremecieron;
18 las nubes vertieron lluvias,
tronaron los cielos, zigzaguearon tus rayos.
19 Tu voz tronaba en el torbellino,
los rayos iluminaron el mundo,
se estremeció y tembló la tierra.
20 En el mar trazaste tu camino,
en las aguas caudalosas tu sendero,
y nadie descubrió tu rastro.
Enfermedad y muerte de Ocozías
1 Después de la muerte de Ajab, Moab se sublevó contra Israel. 2 Cierto día, Ocozías se cayó por la ventana del piso superior de su palacio en Samaría y quedó malherido. Entonces envió unos mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón, si se iba a recuperar de sus heridas. 3 Pero el ángel del Señor dijo a Elías, el tesbita:
— Sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: “¿Es que no hay Dios en Israel, para que tengan que ir a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? 4 Por eso, así dice el Señor: No volverás a levantarte de la cama en que yaces, porque vas a morir”.
Elías cumplió el encargo. 5 Los mensajeros regresaron ante el rey y él les preguntó:
— ¿Por qué han vuelto?
6 Nos salió al encuentro un hombre y nos dijo que nos volviéramos al rey que nos había enviado y que le dijéramos: “Así dice el Señor: ¿Es que no hay Dios en Israel, para que tengan que ir a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? Por eso, no volverás a levantarte de la cama en que yaces, porque vas a morir”.
7 El rey les preguntó:
— ¿Qué aspecto tenía ese hombre que les salió al encuentro y les dijo eso?
8 Le respondieron:
— Era un hombre vestido de pieles, con un cinturón de cuero a la cintura.
El rey exclamó:
— ¡Es Elías, el de Tisbé!
9 Entonces envió contra él a un capitán con cincuenta hombres. Cuando llegó, Elías estaba sentado en la cima del monte. Entonces le dijo:
— Hombre de Dios, el rey ordena que bajes.
10 Elías le respondió:
— Si yo soy el hombre de Dios, que caiga un rayo del cielo y los consuma a ti y a tus cincuenta hombres.
Y al instante cayó un rayo del cielo que consumió al capitán y a sus cincuenta hombres. 11 El rey volvió a enviar a otro capitán con cincuenta hombres, que subió y dijo a Elías:
— Hombre de Dios, el rey ordena que bajes inmediatamente.
12 Elías le respondió:
— Si soy el hombre de Dios, que caiga un rayo del cielo y los consuma a ti y a tus cincuenta hombres.
Y al instante Dios lanzó un rayo desde el cielo, que consumió al capitán y a sus cincuenta hombres.
Inquietud de Pablo por la actitud de los Gálatas
8 En otro tiempo no conocían a Dios y estaban al servicio de falsos dioses. 9 Pero ahora que ya conocen a Dios o, mejor dicho, ahora que Dios los conoce, ¿cómo es que vuelven a dejarse esclavizar por esas realidades mundanas que no tienen fuerza ni valor? 10 Todavía celebran como fiestas religiosas ciertos días, meses, estaciones y años. 11 Mucho me temo que mis sudores entre ustedes hayan sido baldíos.
12 Por favor, hermanos, compórtense como yo, pues también yo me he adaptado a ustedes. Ninguna ofensa sufrí de ustedes entonces. 13 Ya saben que fue una enfermedad la que me dio la oportunidad de anunciarles por vez primera el mensaje evangélico. 14 Y, aunque mi estado físico debió de ser una dura prueba para ustedes, no me despreciaron ni sintieron asco de mí. Al contrario, me acogieron como a un mensajero de Dios, como si fuera el mismo Cristo Jesús. 15 ¿Qué ha sido de aquel entusiasmo? Porque estoy seguro de que ustedes hasta los ojos se habrían arrancado, a ser posible, para dármelos a mí. 16 ¿He pasado entonces a ser enemigo por haberles dicho la verdad?
17 Esa gente muestra mucho interés por ustedes, pero no es un interés de buena ley. Lo que buscan es aislarlos de mí para que no tengan más remedio que seguirlos. 18 Deberían ustedes interesarse por hacer el bien en todo momento y no sólo cuando yo me encuentro entre ustedes. 19 Hijos míos, estoy sufriendo, como si de nuevo los estuviera dando a luz, hasta que Cristo tome forma definitiva en ustedes. 20 Me gustaría estar ahora entre ustedes y emplear el tono adecuado, pues verdaderamente no sé cómo tratarlos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España