Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
David es consagrado rey de todo Israel
(1 Cr 11:1-3; 14:1-7)
5 Todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón para decirle: «Somos parientes, tenemos la misma sangre. 2 Aun cuando Saúl era nuestro rey, Su Majestad era el que nos dirigía en batalla, el que traía al pueblo de la guerra. El mismo SEÑOR le dijo a Su Majestad: “Serás el pastor de mi pueblo, Israel, y reinarás sobre él”». 3 Así que todos los líderes de Israel se reunieron con el rey David en Hebrón. Allí el rey David hizo un pacto con ellos ante el SEÑOR. Luego los líderes lo consagraron[a] rey de Israel. 4 David tenía 30 años cuando empezó a reinar y fue rey durante 40 años. 5 Reinó sobre Judá durante siete años y seis meses, en Hebrón; y reinó sobre todo Israel y Judá durante 33 años, en Jerusalén.
9 David se pasó a vivir al fuerte y lo llamó «la Ciudad de David». Construyó una muralla alrededor desde el área llamada El Terraplén hacia el interior. 10 David se fortalecía más y más porque el SEÑOR Dios Todopoderoso estaba con él.
La grandeza de Sion
Canto. Canción de los descendientes de Coré.
1 Grande es el SEÑOR
y merece que se le alabe
en la ciudad de nuestro Dios,
en su monte santo.
2 El monte alto es hermoso,
da alegría al mundo entero.
El monte Sion es el verdadero monte de Dios[a],
la ciudad del gran Rey.
3 En los palacios de la ciudad
se sabe que Dios es refugio seguro.
4 Se unieron reyes para atacar la ciudad,
5 pero cuando la vieron,
quedaron asombrados,
se asustaron y huyeron.
6 El miedo se apoderó de ellos,
se estremecían de dolor como una mujer que está de parto.
7 Con fuertes vientos tú hiciste pedazos
sus naves que viajan a Tarsis.
8 En la ciudad de nuestro Dios,
la ciudad del SEÑOR de los ejércitos,
pudimos comprobar con nuestros ojos
todo lo que habíamos escuchado.
Dios la establecerá para siempre. Selah
9 Dios mío, dentro de tu templo
meditamos profundamente en tu fiel amor.
10 Dios mío, tu alabanza, como tu nombre,
se ha extendido por toda la tierra y todo el mundo te alaba.
Tú verdaderamente haces justicia.
11 El monte Sion está feliz,
las poblaciones de Judá se alegran
debido a tus justas decisiones.
12 Caminen por Sion,
den una vuelta y cuenten sus torres;
13 fíjense en sus murallas,
recorran sus fortificaciones,
para que se lo puedan contar
a las generaciones futuras.
14 Este Dios es nuestro Dios ahora y siempre[b];
él nos guiará eternamente.
2 Conozco a un seguidor[a] de Cristo que hace 14 años fue llevado al tercer cielo, no sé si fue llevado en cuerpo o en espíritu, sólo Dios lo sabe. 3 Y conozco que ese hombre, no sé si en cuerpo o en espíritu, sólo Dios lo sabe, 4 fue llevado al paraíso y allí escuchó unas palabras tan maravillosas que no se pueden pronunciar y que a ningún hombre se le permiten repetir. 5 Yo podría presumir de ese hombre, pero no de mí mismo, excepto de mis debilidades. 6 Si quisiera presumir no estaría siendo un tonto, estaría diciendo la verdad. Pero no voy a hacerlo porque no quiero que nadie piense que soy más de lo que realmente soy.
7 No quiero que su opinión sobre mí se vea influenciada por las extraordinarias revelaciones que recibí del Señor. Por eso el Señor me dio una dolencia[b]: un mensajero de Satanás, enviado a torturarme para que no me vuelva demasiado orgulloso. 8 Le he rogado ya tres veces al Señor que me quite esa dolencia. 9 Pero el Señor me dijo: «Mi bondad es todo lo que necesitas, porque cuando eres débil, mi poder se hace más fuerte[c] en ti». Por eso me alegra presumir de mi debilidad, así el poder de Cristo vivirá en mí. 10 También me alegro de las debilidades, insultos, penas y persecuciones que sufro por Cristo, porque cuando me siento débil, es cuando en realidad soy fuerte.
Jesús visita su pueblo
(Mt 13:53-58; Lc 4:16-30)
6 Jesús salió de ese lugar y se fue para su pueblo junto con sus seguidores. 2 Cuando llegó el día de descanso, Jesús comenzó a enseñarles en la sinagoga. Muchos estaban muy impresionados por lo que escuchaban, y decían:
—¿De dónde sacó este hombre todo esto? ¿Cómo pudo conseguir tanta sabiduría? ¿De dónde sacó el poder para hacer los milagros que hace? 3 ¿No es este el carpintero hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven sus hermanas aquí también entre nosotros?
No podían aceptar a Jesús, 4 pero él les dijo:
—Se honra a un profeta en todas partes, pero nadie es profeta en su propio pueblo y en su propia casa.
5 Y Jesús no pudo hacer ningún milagro allá. Lo único que hizo fue imponer las manos a algunos enfermos y sanarlos. 6 Y estaba muy sorprendido de la falta de fe de la gente de su pueblo. Así que siguió hacia los otros pueblos enseñando a la gente.
Jesús envía a sus seguidores
(Mt 10:1, 5-15; Lc 9:1-6)
7 Jesús reunió a los doce y los preparó para que fueran de dos en dos. Les dio poder para dominar a los espíritus malignos. 8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino: ni alimentos, ni bolsa, ni dinero, sólo un bastón para caminar. 9 Podían llevar sus sandalias pero no ropa para cambiarse. 10 Les dijo:
—Cuando entren a una casa, quédense allí hasta que salgan de ese pueblo. 11 Si en algún pueblo no les dan la bienvenida o no los escuchan, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies a manera de advertencia para ellos.
12 Los seguidores salieron para otros lugares y le decían a la gente que cambiara su manera de pensar y de vivir. 13 Expulsaron a muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.
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