Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Lo que hacen los rebeldes
(Sal 14)
Al director. Según majalat[a]. Poema de David.
1 Van pensando los insensatos
sin tener presente a Dios.
Se han corrompido y cometen pecados horribles.
No hay ni uno que haga el bien.
2 Dios observó desde el cielo
a los seres humanos
para ver si había alguien que fuera sabio
y buscara seguir a Dios.
3 Pero todos se habían alejado de Dios;
todos juntos se han pervertido.
No hay nadie que haga el bien;
¡ni uno solo!
4 ¿Acaso son tan ignorantes los perversos,
esos que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
¡Nunca buscan a Dios!
5 Pero se apoderará de ellos un gran terror
que nunca antes habían sentido.
Porque Dios dispersó los huesos de los que te tenían rodeado.
Tú los pusiste en ridículo, porque Dios los rechazó.
6 ¡Que Dios desde Sion
mande la salvación de Israel!
Cuando Dios cambie la suerte de su pueblo,
Jacob se pondrá contento e Israel se alegrará.
23 Entre tanto, un grupo de filisteos avanzó hasta el paso de la sierra de Micmás.
Jonatán ataca a los filisteos
14 Ese día, Jonatán, el hijo de Saúl, le dijo al joven que llevaba sus armas: «Vamos al campo filisteo al otro lado del valle». Pero Jonatán no le contó nada de esto a su papá.
2 Saúl estaba sentado debajo de un árbol de granadas en Migrón, a las afueras de Guibeá. Lo acompañaban alrededor de 600 hombres. 3 Uno de ellos se llamaba Ahías, hijo de Ajitob, quien era hermano de Icabod, hijo de Finés y nieto de Elí, sacerdote del SEÑOR en Siló. Ahora Ahías era el sacerdote y llevaba el efod. Esos hombres no sabían que Jonatán había salido 4 y que para llegar al campamento filisteo estaba planeando cruzar por un paso que había entre dos rocas que se llamaban Bosés y Sene. 5 Una de ellas daba hacia el norte, hacia Micmás, y la otra al sur, hacia Gueba. 6 Entonces Jonatán le dijo a su escudero:
—Vamos al campamento de esos paganos[a]. Tal vez el SEÑOR nos permita derrotarlos. Nada puede detener al SEÑOR. No importa si tenemos muchos soldados o sólo unos pocos.
7 El escudero de Jonatán le dijo:
—Haga lo que considere mejor, que yo lo apoyo.
8 Jonatán dijo:
—¡Vamos! Crucemos y vayamos hasta donde están los guardias filisteos y dejemos que nos vean. 9 Si nos dicen que nos detengamos hasta que ellos vengan, nos quedaremos donde estamos, no avanzaremos más. 10 Pero si dicen que avancemos, lo haremos. Esa será la señal de que el SEÑOR hará que los derrotemos. 11 Así que Jonatán y su ayudante dejaron que los filisteos los vieran. Los guardias dijeron: “¡Miren! ¡Los hebreos están saliendo de su escondite!” 12 Y les gritaban: “¡Acérquense para darles una buena lección!”
Jonatán le dijo a su ayudante: «¡Sígueme, que el SEÑOR nos dejará derrotarlos!» 13 Así que Jonatán subió para combatir. A los filisteos que caían, el ayudante de Jonatán los remataba. 14 El espacio en que combatían era pequeño, pero en este primer ataque mataron a 20 soldados enemigos. 15 Todos los soldados filisteos se atemorizaron, los que estaban en el campo, en el campamento y en el fortín. Hasta los más valientes estaban asustados. ¡La tierra empezó a temblar y se llenaron aun más de pavor! 16 Desde Guibeá de Benjamín, los guardias de Saúl veían a los filisteos corriendo por todos lados. 17 Saúl le dijo a su ejército: «Pasen lista a ver quién falta». Pasaron lista y faltaban Jonatán y su ayudante.
18 Saúl le dijo a Ahías que trajera el efod. En ese tiempo Ahías llevaba puesto el efod.[b] 19 Pero mientras Saúl le hablaba esperando una respuesta del Señor,[c] aumentaron el ruido y la confusión en el campamento. Al final, Saúl le dijo a Ahías: «¡Ya basta, quita la mano del efod! Ya no hay tiempo para consultar al Señor».[d]
20 Saúl reunió a su ejército y se dio al combate. Los filisteos estaban tan confundidos que peleaban entre sí a espada. 21 Los hebreos que antes se habían unido a los filisteos ahora se unían a los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. 22 Los israelitas que se escondían en la sierra de Efraín oyeron que los filisteos estaban huyendo, así que ellos también se unieron a la batalla y empezaron a perseguir a los filisteos. 23 Así, salvó el SEÑOR a los israelitas aquel día. La batalla se extendió más allá de Bet Avén. Todo el ejército estaba con Saúl, quien ahora tenía alrededor de 10 000 soldados. La batalla se extendió hasta cada ciudad de la sierra de Efraín.[e]
Pablo termina su carta
11 Les escribo de mi puño y letra. ¡Miren con qué letras tan grandes les estoy escribiendo! 12 Hay quienes los están obligando a circuncidarse para que ellos sean aceptados por los demás. Tienen miedo de ser perseguidos si siguen solamente la cruz de Cristo. 13 Esos hombres que tienen la circuncisión no obedecen completamente la ley; sin embargo, quieren que ustedes sean circuncidados. Así ellos podrán presumir de haberlos obligado a ustedes a llevar esa marca en el cuerpo. 14 Espero que yo nunca presuma de esas cosas. Sólo quiero presumir de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. A través de Cristo, el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. 15 En realidad tener la circuncisión o no tenerla, no significa nada. Lo que de verdad importa es la nueva creación que Dios está haciendo. 16 Que la paz y la compasión de Dios estén con todos los que ajusten su vida a esta norma y con todo el pueblo de Dios.[a]
17 Por lo demás, les pido que no me causen más sufrimientos, porque tengo cicatrices en mi cuerpo que muestran que pertenezco a Jesús.
18 Hermanos, que nuestro Señor Jesucristo los bendiga en abundancia. Así sea.
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