Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
5 Sólo buscan arrebatarle su grandeza,
se complacen en la mentira:
mientras bendicen con su boca
están maldiciendo en su interior. [ Pausa]
6 Sólo Dios es mi descanso,
de él viene mi esperanza.
7 Sólo él es mi roca, mi salvación,
mi fortaleza, ¡no sucumbiré!
8 En Dios está mi salvación, mi gloria
y mi fortaleza; en Dios está mi refugio.
9 Confíen siempre en él
los que forman su pueblo;
abran ante él su corazón,
pues Dios es nuestro refugio. [ Pausa]
10 Sólo un soplo es el ser humano,
sólo un espejismo son los mortales;
todos puestos en una balanza,
todos juntos, pesan menos que un soplo.
11 No confíen en la violencia,
no se ilusionen con el robo;
si aumenta su riqueza,
no le presten atención.
12 Sólo una cosa ha dicho Dios,
dos cosas yo he oído:
que de Dios es el poder
La jarra rota
19 Así ha dicho el Señor:
— Compra una jarra de loza. Luego, con algunos ancianos del pueblo y de los sacerdotes, 2 sal hacia el valle de Ben Hinón, por la Puerta de los Cascotes, y pronuncia allí las palabras que te voy a transmitir. 3 Dirás: “Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a traer una calamidad tal sobre este lugar, que a quien la oiga le zumbarán los oídos. 4 Porque me abandonaron, desnaturalizaron este lugar y ofrecieron incienso en él a dioses extranjeros, que ni ellos ni sus antepasados conocían, y los reyes de Judá llenaron este lugar de sangre inocente. 5 Construyeron recintos sagrados a Baal, para quemar en ellos a sus hijos como holocausto en honor de Baal, algo que ni les ordené, ni les dije, ni me pasó por la imaginación. 6 Por eso, van a llegar días en que este lugar ya no se llamará Tófet ni valle de Ben Hinón, sino valle de la Matanza. 7 En este lugar echaré por tierra los planes de Judá y de Jerusalén, los haré caer a espada ante sus enemigos, los entregaré en manos de los que quieren quitarles la vida, y daré sus cadáveres como alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 8 Convertiré esta ciudad en desolación; el que pase junto a ella quedará espantado y silbará en son de burla al ver tantas heridas. 9 Haré que coman la carne de sus hijos y de sus hijas; se comerán unos a otros durante el angustioso asedio al que los someterán los enemigos que tratan de quitarles la vida”. 10 Después romperás la jarra delante de los que te han acompañado, 11 y les dirás: “Esto dice el Señor del universo: Así voy a romper a este pueblo y a esta ciudad, igual que el alfarero rompe un cacharro que ya no tiene arreglo; y serán enterrados en el Tófet, por no quedar lugares de enterramiento. 12 Esto es lo que pienso hacer con este lugar y con sus habitantes —oráculo del Señor—; trataré a esta ciudad igual que a Tófet. 13 Las viviendas de Jerusalén y los palacios de los reyes de Judá quedarán impuros, igual que el recinto de Tófet, esas viviendas en cuyas azoteas quemaban ofrendas de incienso a todo el ejército del cielo y donde hacían libaciones a dioses extranjeros”.
Nuevo discurso contra Jerusalén
14 Jeremías volvió de Tófet, donde el Señor lo había enviado a profetizar, se detuvo en el atrio del Templo del Señor y dijo a todos los presentes:
15 — Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a traer sobre esta ciudad y todas sus aldeas todas las desgracias que he anunciado, pues se han vuelto más tercos y no quieren escuchar mis palabras.
11 También los traficantes de la tierra prorrumpirán en llanto y gemidos por ella, porque ya nadie les comprará sus mercancías: 12 oro, plata, piedras preciosas y perlas; lino, púrpura, seda y escarlata; maderas aromáticas, objetos de marfil, de maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, clavo, perfumes, mirra e incienso; vino y aceite; trigo y flor de harina; ovejas y ganado mayor; caballos y carros; esclavos y vidas humanas.
14 Ya no gustarás más
los frutos sazonados que tanto apetecías;
ya todas tus riquezas y tus lujos
huyeron para no volver jamás.
15 Todos estos traficantes, enriquecidos a su costa, se mantendrán a distancia estremecidos de horror ante su tormento y entre lágrimas y lamentos 16 exclamarán:
¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
que en otro tiempo te vestías
de lino, púrpura y grana,
y te adornabas con oro,
piedras preciosas y perlas!
17 ¡Un instante ha bastado
para arrasar tanta riqueza!
A su vez, los capitanes de barco, los oficiales, los marineros y todos cuantos faenan en el mar, se mantenían de pie a lo lejos 18 y exclamaban al contemplar la humareda de la ciudad incendiada:
— ¿Hubo alguna vez una ciudad tan grande como esta? 19 Y, echándose polvo sobre la cabeza, lloraban y se lamentaban, diciendo:
— ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
fuente de riqueza para cuantos
surcaban los mares con sus barcos!
¡Un instante ha bastado
para convertirte en ruinas!
20 ¡Alégrate, cielo, al contemplarla,
y ustedes también, los consagrados a Dios,
los apóstoles y los profetas,
porque Dios ha vengado en ella la causa de ustedes!
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España