Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 29 (28)
La voz del Señor es potente
29 Salmo de David.
¡Hijos de Dios, aclamen al Señor,
aclamen su gloria y su poder!
2 ¡Aclamen el nombre glorioso del Señor!
¡Adoren al Señor en el esplendor del Templo!
3 La voz del Señor domina las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor domina las aguas caudalosas.
4 La voz del Señor es poderosa,
la voz del Señor es espléndida.
5 La voz del Señor quiebra los cedros,
quiebra el Señor los cedros del Líbano;
6 hace brincar al Líbano como un ternero
y al Sarión cual cría de búfalo.
7 La voz del Señor produce llamas ardientes;
8 la voz del Señor hace temblar el desierto,
el Señor hace temblar el desierto de Cadés.
9 La voz del Señor estremece a las ciervas
y arranca los árboles del bosque.
En su Templo todo dice ¡gloria!
10 El Señor reina sobre el diluvio;
el Señor, rey eterno, está en su trono.
11 El Señor fortalece a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
III.— EL ASCENSO DE DAVID AL TRONO (1 Sm 16—2 Sm 1)
Unción de David (16,1-13)
16 El Señor dijo a Samuel:
— ¿Hasta cuándo vas a seguir llorando por Saúl, si yo mismo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y prepárate que voy a enviarte a Jesé, el de Belén, pues me he elegido un rey entre sus hijos. 2 Samuel replicó:
— ¿Cómo me las arreglo para ir? Si Saúl se entera me matará.
Y Dios le respondió:
— Llévate contigo una novilla y dices que vas a ofrecer un sacrificio al Señor. 3 Luego invitas a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás a quien yo te indique.
4 Samuel hizo tal y como le había dicho el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron preocupados a recibirlo y le dijeron:
— ¡Bienvenido!
5 Samuel respondió:
— ¡Salud! Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.
Samuel purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio.
6 Cuando llegaron, vio a Eliab y pensó:
— Aquí está el ungido del Señor.
7 Pero el Señor le dijo:
— No valores sólo su aspecto y su buena planta, porque yo lo he descartado. Aquí no valen miras humanas. Pues ustedes se fijan en las apariencias, pero yo miro al corazón.
8 Jesé llamó a Abinadab y lo presentó a Samuel, que dijo:
— A este tampoco lo ha elegido el Señor.
9 Jesé le presentó a Samá, y Samuel volvió a decir:
— Tampoco a este lo ha elegido el Señor.
10 Jesé le presentó a sus siete hijos, pero Samuel le dijo:
— El Señor no ha elegido a ninguno de estos.
11 Luego preguntó a Jesé:
— ¿No te quedan más hijos?
Y Jesé le respondió:
— Falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.
Y Samuel le dijo:
— Manda a buscarlo, pues no comenzaremos hasta que venga.
12 Jesé mandó traerlo. Era sonrosado, de hermosos ojos y bien parecido. El Señor le dijo:
— Prepárate a ungirlo porque es este.
13 Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió ante sus hermanos. Y a partir de aquel día el espíritu del Señor acompañó a David. Luego Samuel emprendió el regreso a Ramá.
11 Enseña y recomienda estas cosas. 12 Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes. 13 Mientras esperas que yo llegue, dedícate a la lectura [de las Escrituras], a la exhortación y a la enseñanza. 14 No hagas estéril el don que hay en ti y que se te confirió cuando, por indicación profética, los presbíteros te impusieron las manos. 15 Tómate en serio todo esto y vívelo intensamente a fin de que todos puedan constatar tu aprovechamiento. 16 Cuida de ti y de la enseñanza; sé constante en lo que hagas, pues de esa manera te salvarás tú y salvarás a quienes te escuchen.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España