Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
La gloria de Dios y la dignidad del hombre
(1) Del maestro de coro, con la cítara de Gat. Salmo de David.
8 (2) Señor, soberano nuestro,
¡tu nombre domina en toda la tierra!,
¡tu gloria se extiende más allá del cielo!
2 (3) Con la alabanza de los pequeños,
de los niñitos de pecho,
has construido una fortaleza
por causa de tus enemigos,
para acabar con rebeldes y adversarios.
3 (4) Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste,
y la luna y las estrellas que pusiste en él,
4 (5) pienso:
¿Qué es el hombre?
¿Qué es el ser humano?
¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él?
5 (6) Pues lo hiciste casi como un dios,
lo rodeaste de honor y dignidad,
6 (7) le diste autoridad sobre tus obras,
lo pusiste por encima de todo:
7 (8) sobre las ovejas y los bueyes, sobre los animales salvajes,
8 (9) sobre las aves que vuelan por el cielo,
sobre los peces que viven en el mar,
¡sobre todo lo que hay en el mar!
9 (10) Señor, soberano nuestro,
¡tu nombre domina en toda la tierra!
Moisés huye de Egipto
11 Cuando Moisés era ya hombre, salió un día a visitar a sus hermanos de raza y se dio cuenta de que sus trabajos eran muy duros. De pronto vio que un egipcio estaba golpeando a uno de sus hermanos hebreos. 12 Entonces miró bien a todos lados y, al no ver a nadie por allí, mató al egipcio y lo enterró en la arena. 13 Al día siguiente volvió a salir, y vio que dos hebreos se estaban peleando. Entonces preguntó al que maltrataba al otro:
—¿Por qué golpeas a uno de tu propia raza?
14 Y aquel hebreo le contestó:
—¿Y quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? ¿Acaso piensas matarme, como mataste al egipcio?
Al oír esto, Moisés tuvo miedo, pues se dio cuenta de que ya se había descubierto la muerte del egipcio. 15 En efecto, en cuanto el faraón supo que Moisés había dado muerte a un egipcio, lo mandó buscar para matarlo; pero Moisés huyó y se fue a vivir a la región de Madián. Allí se sentó cerca de un pozo.
33 ¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos. 34 Pues «¿quién conoce la mente del Señor? ¿Quién podrá darle consejos? 35 ¿Quién le ha dado algo antes, para que él tenga que devolvérselo?» 36 Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Amén.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.