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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 29

La poderosa voz de Dios

SALMO 29 (28)

Himno de David.

29 1-2 Ustedes, que en el cielo
están al servicio de Dios,
denle la honra que merece,
reconozcan su poder
y adórenlo en su hermoso templo.

La voz de nuestro Dios,
Dios de la gloria,
retumba como el trueno
sobre los grandes océanos.
La voz de nuestro Dios retumba con fuerza;
la voz de nuestro Dios retumba con poder.
La voz de nuestro Dios derriba los cedros;
nuestro Dios derriba los cedros del Líbano.
A los montes Líbano y Hermón
los hace saltar como terneros,
¡como si fueran toros salvajes!
La voz de nuestro Dios
lanza llamas de fuego;
la voz de Dios sacude el desierto;
¡nuestro Dios sacude el desierto de Cadés!
9-10 La voz de Dios retuerce los robles
y deja sin árboles los bosques.
Nuestro Dios es el rey de las lluvias;
él se sienta en su trono
para reinar por siempre.
En su templo todos lo alaban,
11 y desde allí le pedimos
que nos llene de fuerzas
y nos bendiga con su paz.

Éxodo 40:16-38

16-19 El primer día del mes de Abib se armó el santuario, siguiendo las instrucciones de Dios. Había pasado exactamente un año desde que habían salido de Egipto.

20-21 Luego Moisés colocó las tablas de la ley dentro del cofre del pacto, le puso al cofre las varas y la tapa, y ordenó que lo pusieran dentro del santuario. El cofre se puso en el Lugar Santísimo, y luego Moisés corrió la cortina para cubrirlo, pues así lo había ordenado Dios.

22 A continuación, Moisés puso la mesa al lado norte del santuario, dentro del Lugar Santo, 23 y colocó los panes sobre la mesa, tal como Dios se lo había ordenado.

24 El candelabro lo colocó frente a la mesa, es decir, en la parte sur del santuario. 25 Luego encendió las lámparas delante de Dios, pues así él se lo había ordenado.

26 El altar de oro se colocó en el santuario, frente a la cortina del Lugar Santo. 27 Siguiendo las instrucciones que Dios le había dado, Moisés quemó allí incienso perfumado.

28 Una vez que terminó con todo esto, Moisés colgó la cortina de la entrada del santuario, 29 colocó frente a ella el altar para los sacrificios quemados, y en él quemó como ofrenda animales y cereales, tal como Dios se lo había ordenado.

30 Entre la entrada del santuario y el altar de las ofrendas quemadas, Moisés colocó el recipiente de bronce y lo llenó de agua. 31-32 Con esa agua Moisés, Aarón y sus hijos deberían lavarse las manos y los pies cada vez que entraran al santuario y se acercaran al altar, tal como Dios se lo había ordenado.

33 Para terminar, Moisés instaló la cerca del patio alrededor del santuario y el altar, y colgó también la cortina a la entrada del patio.

Dios se presenta en el santuario

Cuando Moisés terminó de armar todo el santuario, 34-35 una nube lo cubrió todo, y Dios se hizo presente en el santuario. Por eso Moisés no podía entrar.

36 Cada vez que la nube se levantaba del santuario, el pueblo de Israel desarmaba el campamento y continuaba su camino. 37 Ningún israelita se movía de donde estaba, a menos que la nube se levantara. 38 En todo el viaje, los israelitas pudieron ver cómo durante el día la nube de Dios descansaba sobre el santuario, y cómo durante las noches un fuego aparecía sobre él.

Hechos 16:35-40

35 Por la mañana, los jueces enviaron unos guardias a decirle al carcelero que dejara libres a Pablo y a Silas. 36 El carcelero le dijo a Pablo: «Ya pueden irse tranquilos, pues los jueces me ordenaron dejarlos en libertad.»

37 Pero Pablo les dijo a los guardias:

«Nosotros somos ciudadanos romanos.[a] Los jueces ordenaron que nos golpearan delante de toda la gente de la ciudad, y nos pusieron en la cárcel, sin averiguar primero si éramos culpables o inocentes. ¿Y ahora quieren dejarnos ir sin que digamos nada, y sin que nadie se dé cuenta? ¡Pues no! No nos iremos; ¡que vengan ellos mismos a sacarnos!»

38 Los guardias fueron y les contaron todo eso a los jueces. Al oír los jueces que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, se asustaron mucho. 39 Entonces fueron a disculparse con ellos, los sacaron de la cárcel y les pidieron que salieran de la ciudad.

40 En cuanto Pablo y Silas salieron de la cárcel, se fueron a la casa de Lidia. Allí vieron a los miembros de la iglesia y los animaron a seguir confiando en Jesús. Luego, Pablo y Silas se fueron de la ciudad.