Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
LIBRO 4
La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre
Oración de Moisés, varón de Dios
90 Señor, tú nos has sido refugio
de generación en generación.
2 Antes que nacieran los montes
y formaras la tierra y el mundo,
desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
3 Vuelves a convertir en polvo al hombre
y dices: «¡Convertíos, hijos de los hombres!»
4 Ciertamente mil años delante de tus ojos
son como el día de ayer, que pasó,
y como una de las vigilias de la noche.
5 Los arrebatas como con torrente de aguas; son como un sueño.
Como la hierba que crece en la mañana:
6 en la mañana florece y crece;
a la tarde es cortada y se seca.
7 Ciertamente con tu furor somos consumidos
y con tu ira somos turbados.
8 Pusiste nuestras maldades delante de ti,
nuestros yerros a la luz de tu rostro.
9 Ciertamente todos nuestros días declinan a causa de tu ira;
acabamos nuestros años como un pensamiento.
10 Los días de nuestra edad son setenta años.
Si en los más robustos son ochenta años,
con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
porque pronto pasan y volamos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu ira,
y tu indignación según el temor que te es debido?
12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días
que traigamos al corazón sabiduría.
13 ¡Vuélvete, Jehová! ¿Hasta cuándo?
¡Ten compasión de tus siervos!
14 De mañana sácianos de tu misericordia,
y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste
y los años en que vimos el mal.
16 Aparezca en tus siervos tu obra
y tu gloria sobre sus hijos.
17 Sea la luz de Jehová, nuestro Dios, sobre nosotros.
La obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
sí, la obra de nuestras manos confirma.
La vara de Aarón
17 Habló Jehová a Moisés y le dijo: 2 «Habla a los hijos de Israel, y toma de todos sus príncipes una vara por cada casa paterna: doce varas en total, conforme a las casas de sus padres. Tú escribirás el nombre de cada uno sobre su vara, 3 y sobre la vara de Leví escribirás el nombre de Aarón, pues cada jefe de familia paterna tendrá una vara. 4 Las pondrás en el Tabernáculo de reunión delante del Testimonio, donde yo me manifestaré a vosotros. 5 Florecerá la vara del hombre que yo escoja, y así haré cesar delante de mí las quejas que murmuran los hijos de Israel contra vosotros.»
6 Moisés habló a los hijos de Israel, y todos los príncipes de ellos le dieron varas; cada príncipe una vara en representación de sus casas paternas: en total doce varas. La vara de Aarón estaba entre las varas de ellos. 7 Moisés puso las varas delante de Jehová en el tabernáculo del Testimonio. 8 Y aconteció que al día siguiente fue Moisés al tabernáculo del Testimonio y vio que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, echado flores, arrojado renuevos y producido almendras. 9 Entonces sacó Moisés todas las varas de delante de Jehová ante todos los hijos de Israel; ellos lo vieron, y tomó cada uno su vara. 10 Y Jehová dijo a Moisés: «Vuelve a colocar la vara de Aarón delante del Testimonio, para que se guarde como señal para los hijos rebeldes. Así harás cesar sus quejas delante de mí, para que no mueran.»
11 Moisés hizo como le mandó Jehová: así lo hizo.
El día del Señor vendrá
3 Amados, ésta es la segunda carta que os escribo. En ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador, dado por vuestros apóstoles.
3 Sabed ante todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones 4 y diciendo: «¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.» 5 Estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua.
7 Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.
8 Pero, amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
14 Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprochables, en paz. 15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito 16 en casi todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras) para su propia perdición.
17 Así que vosotros, amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos caigáis de vuestra firmeza. 18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
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