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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Salmos 75

Dios abate al malo y exalta al justo

Al músico principal; sobre «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico

75 Gracias te damos, Dios, gracias te damos,
pues cercano está tu nombre;
los hombres cuentan tus maravillas.

En el tiempo que yo decida,
juzgaré rectamente.
Se arruinaban la tierra y sus moradores;
yo sostengo sus columnas. Selah
Dije a los insensatos: «¡No os jactéis!»;
y a los impíos: «¡No os enorgullezcáis;
no hagáis alarde de vuestro poder;
no habléis con cerviz erguida!»,

porque ni de oriente ni de occidente
ni del desierto viene el enaltecimiento,
pues Dios es el juez;
a éste humilla, y a aquél enaltece.
La copa está en la mano de Jehová;
el vino está fermentado,
lleno de mixtura,
y él lo derrama;
¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!

Pero yo siempre anunciaré
y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Quebrantaré todo el poderío de los pecadores,
pero el poder del justo será exaltado.

Job 41:12-34

12 »No guardaré silencio sobre sus miembros,
ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13 ¿Quién levantará la cubierta que lo reviste?
¿Quién se acercará a su doble coraza?
14 ¿Quién abrirá la puerta de sus fauces?
¡Las hileras de sus dientes espantan!
15 Su espalda está cubierta de fuertes escudos,
soldados estrechamente entre sí.
16 El uno se junta con el otro
de modo que el viento no pasa entre ellos.
17 Unido está el uno con el otro,
trabados entre sí, no se pueden separar.
18 Cuando estornuda, lanza relámpagos;
sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen llamaradas;
centellas de fuego brotan de ella.
20 De sus narices sale humo,
como de una olla o caldero que hierve.
21 Su aliento enciende los carbones;
de su boca salen llamas.
22 En su cerviz está su fuerza,
y delante de él cunde el desaliento.
23 Aun las partes más tiernas de su carne están endurecidas,
son firmes en él, no se mueven.
24 Firme es como una piedra su corazón,
fuerte como la piedra de un molino.
25 Cuando se levanta, los fuertes tienen temor
y retroceden a causa de su desfallecimiento.
26 Aunque la espada lo alcance, no se le clavará;
ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina.
27 Para él, el hierro es como paja
y el bronce como madera podrida.
28 La saeta no lo hace huir
y las piedras de honda le son como paja.
29 Toda arma le es como hojarasca
y se burla del silbido de la jabalina.
30 Por debajo tiene escamas puntiagudas
que imprimen su huella en el barro.
31 Hace hervir como una olla las aguas profundas
y las vuelve como una olla de ungüento.
32 En pos de sí resplandece su estela,
hasta parecer cano el abismo.
33 No hay en la tierra quien se le asemeje;
es un animal hecho exento de temor.
34 Menosprecia toda arrogancia
y es rey sobre toda otra fiera.»

Juan 13:1-17

Jesús lava los pies de sus discípulos

13 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote hijo de Simón que lo entregara, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba, se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo:

—Señor, ¿tú me lavarás los pies?

Respondió Jesús y le dijo:

—Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después.

Pedro le dijo:

—No me lavarás los pies jamás.

Jesús le respondió:

—Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.

Le dijo Simón Pedro:

—Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

10 Jesús le dijo:

—El que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.

11 Él sabía quién lo iba a entregar; por eso dijo: «No estáis limpios todos.»

12 Así que, después que les lavó los pies, tomó su manto, volvió a la mesa y les dijo:

—¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros, 15 porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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