Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
De David: Salmo.
1 Misericordia y juicio cantaré; a ti, SEÑOR, diré salmos.
2 Entenderé en el camino de la perfección cuando vinieres a mí; en perfección de mi corazón andaré en medio de mi casa.
3 No pondré cosa de Belial delante de mis ojos; hacer traiciones aborrecí; no se allegarán a mí.
4 Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado.
5 Al detractor de su prójimo a escondidas, a éste cortaré; al altivo de ojos, y de corazón vanidoso, a éste no puedo sufrir.
6 Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que asienten conmigo; el que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá.
7 No habitará en medio de mi casa el que hace engaño; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.
8 Temprano cortaré a todos los impíos de la tierra; para talar de la ciudad del SEÑOR a todos los que obraren iniquidad.
16 ¶ En aquella sazón vinieron dos mujeres rameras al rey, y se presentaron delante de él.
17 Y dijo una mujer: ¡Ruego, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.
18 Y aconteció al tercer día después que yo di a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ningún extraño estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
20 Y se levantó a medianoche, y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu esclava durmiendo, y lo puso a su lado, y me puso a mi lado su hijo muerto.
21 Y cuando yo me levanté por la mañana para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; mas le observé a la luz del día, y vi que no era mi hijo, que yo había dado a luz.
22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
24 Entonces dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
25 Y el rey dijo: Partid por en medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ruego, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; sino partidlo.
27 Entonces el rey respondió, y dijo: Dad a aquella el hijo vivo, y no lo matéis: ella es su madre.
28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había juzgado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
6 ¶ En aquellos días, creciendo el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que sus viudas eran menospreciadas en el ministerio cotidiano.
2 Así que, los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas.
3 Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra.
4 Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra.
5 Y agradó el parecer a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás, prosélito de Antioquía;
6 a éstos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les pusieron las manos encima.
7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba mucho en Jerusalén; también mucha compañía de los sacerdotes obedecía a la fe.
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