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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Salmos 50:16-23

16 Pero al malo dijo Dios:
«¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes
y tomar mi pacto en tu boca?,
17 pues tú aborreces la corrección
y echas a tu espalda mis palabras.
18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,
y con los adúlteros era tu parte.
19 Tu boca metías en mal
y tu lengua componía engaño.
20 Tomabas asiento y hablabas contra tu hermano;
contra el hijo de tu madre ponías infamia.
21 Estas cosas hiciste y yo he callado;
pensabas que de cierto sería yo como tú;
¡pero te reprenderé
y las pondré delante de tus ojos!
22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,
no sea que os despedace y no haya quien os libre.
23 El que ofrece sacrificios de alabanza me honrará,
y al que ordene su camino,
le mostraré la salvación de Dios.»

2 Samuel 13:20-36

20 Su hermano Absalón le dijo:

—¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; es tu hermano. Que no se angustie tu corazón por esto.

Tamar se quedó desconsolada en casa de su hermano Absalón. 21 Cuando el rey David oyó todo esto, se enojó mucho. 22 Pero Absalón no dijo a Amnón ni malo ni bueno, aunque Absalón aborrecía a Amnón porque había forzado a su hermana Tamar.

Venganza y huida de Absalón

23 Pasados dos años, Absalón, que tenía esquiladores en Baal-hazor, junto a Efraín, convidó a todos los hijos del rey. 24 Se presentó Absalón al rey, y le dijo:

—Tu siervo tiene ahora esquiladores; ruego que vengan el rey y sus siervos con tu siervo.

25 El rey respondió a Absalón:

—No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos.

Aunque porfió con él, el rey no quiso ir, pero lo bendijo. 26 Entonces dijo Absalón:

—Pues si no, te ruego que venga con nosotros Amnón, mi hermano.

—¿Para qué ha de ir contigo? —le respondió el rey.

27 Pero como Absalón insistía, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

28 Absalón había dado orden a sus criados diciendo: «Os ruego que miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: “Herid a Amnón”, entonces matadlo. No temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes.»

29 Los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, y montando cada uno en su mula, huyeron.

30 Aún estaban en camino cuando llegó a David un rumor que decía: «Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey; ninguno de ellos ha quedado.» 31 Levantándose entonces David, rasgó sus vestidos y se echó en tierra; todos los criados que estaban junto a él, también se rasgaron los vestidos. 32 Pero Jonadab, hijo de Simea, hermano de David, habló y dijo:

—No diga mi señor que han dado muerte a todos los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha muerto; porque por mandato de Absalón había sido esto determinado desde el día en que Amnón forzó a su hermana Tamar. 33 Por tanto, ahora no haga caso mi señor, el rey, de ese rumor que dice: “Todos los hijos del rey han muerto”, pues sólo Amnón ha muerto, 34 y Absalón ha huido.

Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró y vio a mucha gente que venía por el camino que estaba a sus espaldas, del lado del monte. 35 Entonces dijo Jonadab al rey:

—Son los hijos del rey, que vienen; tal como tu siervo había dicho.

36 Cuando acabó de hablar, llegaron los hijos del rey, y alzando su voz lloraron. También el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos.

Marcos 8:1-10

Alimentación de los cuatro mil(A)

En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

—Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.

Sus discípulos le respondieron:

—¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?

Él les preguntó:

—¿Cuántos panes tenéis?

Ellos dijeron:

—Siete.

Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo y mandó que también los pusieran delante. Comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió. 10 Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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