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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Salmos 102:12-28

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre
y tu memoria de generación en generación.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,
porque es tiempo de tener misericordia de ella,
porque el plazo ha llegado,
14 porque tus siervos aman sus piedras
y del polvo de ella tienen compasión.
15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová
y todos los reyes de la tierra tu gloria,
16 por cuanto Jehová habrá edificado a Sión
y en su gloria será visto.
17 Habrá considerado la oración de los desvalidos
y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera
y el pueblo que está por nacer alabará a Jah,
19 porque miró desde lo alto de su santuario;
miró Jehová desde los cielos a la tierra
20 para oír el gemido de los presos,
para soltar a los sentenciados a muerte,
21 para que se publique en Sión el nombre de Jehová
y su alabanza en Jerusalén,
22 cuando los pueblos y los reinos se congreguen
en uno para servir a Jehová.

23 Él debilitó mi fuerza en el camino;
acortó mis días.
24 Dije: «¡Dios mío,
no me cortes en la mitad de mis días!
¡Por generación y generación son tus años!»
25 Desde el principio tú fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;
y todos ellos como una vestidura se envejecerán,
como un vestido los mudarás y serán mudados;
27 pero tú eres el mismo
y tus años no se acabarán.
28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros
y su descendencia será establecida delante de ti.

2 Reyes 4:8-17

Eliseo y la sunamita

Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem, y una mujer importante que allí vivía le invitó insistentemente a que se quedara a comer. Cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Entonces la mujer dijo a su marido:

—Mira, yo sé que este que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios. 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, para que cuando él venga a visitarnos, se quede en él.

11 Aconteció que un día vino él por allí, se quedó en aquel aposento y allí durmió. 12 Entonces dijo a Giezi, su criado:

—Llama a esta sunamita.

El criado la llamó, y cuando ella se presentó ante él, 13 Eliseo dijo a Giezi:

—Dile: “Ciertamente te has mostrado solícita hacia nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército?”

—Yo habito en medio de mi pueblo —respondió ella.

14 —¿Qué, pues, haremos por ella? —dijo él.

Y Giezi respondió:

—Ella no tiene hijos y su marido es viejo.

15 —Llámala —dijo Eliseo.

Él la llamó y ella se paró en la puerta. 16 Entonces Eliseo le dijo:

—El año que viene, por este tiempo, sostendrás un hijo en tus brazos.

Ella dijo:

—No, señor mío, varón de Dios, no te burles de tu sierva.

17 Al año siguiente, la mujer concibió y dio a luz un hijo, en el tiempo que Eliseo le había dicho.

2 Reyes 4:32-37

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, el niño ya estaba muerto, tendido sobre su cama. 33 Entró él entonces, cerró la puerta detrás de ambos y oró a Jehová. 34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas. Se tendió así sobre él y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Luego se levantó y se paseó por la casa de una a otra parte. Después subió y se tendió sobre el niño nuevamente. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió sus ojos. 36 Eliseo llamó a Giezi y le dijo: «Llama a la sunamita.»

Giezi la llamó y, cuando ella entró, él le dijo:

«Toma a tu hijo.»

37 Apenas ella entró, se echó a sus pies, postrada en tierra. Después tomó a su hijo y salió.

Hechos 14:1-7

Predicación en Iconio

14 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos y de griegos. Pero los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Sin embargo, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con valentía, confiados en el Señor, el cual daba testimonio de la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran por las manos de ellos señales y prodigios. La gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero sucedió que los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a maltratarlos y apedrearlos; y ellos, al darse cuenta, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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