Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
De David.
1 Disputa, oh SEÑOR, con los que contra mí contienden; pelea con los que me combaten.
2 Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda.
3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salud.
4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi alma; vuelvan atrás, y sean avergonzados los que mi mal piensan.
5 Sean como el tamo delante del viento; y el ángel del SEÑOR los acose.
6 Sea su camino oscuridad y resbaladeros; y el ángel del SEÑOR el que los persiga.
7 Porque sin causa escondieron para mí el hoyo de su red; sin causa hicieron hoyo para mi alma.
8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa, y su red que escondió lo prenda; con quebrantamiento caiga en ella.
9 Y gócese mi alma en el SEÑOR; y alégrese en su salud.
10 Todos mis huesos dirán: SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al pobre del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que le despoja?
29 Y éstas son las palabras de la carta que Jeremías profeta envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los transportados, y a los sacerdotes y profetas, y a todo pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia
2 (después que salió el rey Jeconías y la reina, y los de palacio, y los príncipes de Judá y de Jerusalén, y los artífices, y los ingenieros de Jerusalén),
3 por mano de Elasa hijo de Safán, y de Gemarías hijo de Hilcías, (los cuales envió Sedequías rey de Judá a Nabucodonosor rey de Babilonia), diciendo:
4 Así dijo el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia:
5 Edificad casas, y morad; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos;
6 casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que paran hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os hagáis pocos.
7 Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice traspasar, y rogad por ella al SEÑOR; porque en su paz tendréis también vosotros paz.
8 Porque así dijo el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni miréis a vuestros sueños que soñáis.
9 Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, dijo el SEÑOR.
10 Porque así dijo el SEÑOR: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para tornaros a este lugar.
11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
12 Entonces me invocaréis, y andaréis en mis caminos y oraréis a mí, y yo os oiré;
13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
14 Y seré hallado de vosotros, dijo el SEÑOR, y tornaré vuestra cautividad, y os juntaré de todos los gentiles, y de todos los lugares adonde os arrojé, dijo el SEÑOR; y os haré volver al lugar de donde os hice ser llevados.
5 ¶ Y vinieron al otro lado del mar a la provincia de los gadarenos.
2 Y salido él del barco, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros, con un espíritu inmundo,
3 que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;
4 porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.
5 Siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras.
6 Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió, y le adoró.
7 Clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
10 Le rogaba mucho que no le enviara fuera de aquella provincia.
11 Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo;
12 y le rogaron todos aquellos demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en el mar; los cuales eran como dos mil; y en el mar se ahogaron.
14 Los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
15 Y vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de los términos de ellos.
18 Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.
19 Pero Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete a tu casa a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.
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