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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Salmos 78

Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel

Masquil de Asaf

78 Escucha, pueblo mío, mi Ley;
inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
Abriré mi boca en proverbios;
hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
las cuales hemos oído y entendido,
las que nuestros padres nos contaron.
No las encubriremos a sus hijos,
contaremos a la generación venidera
las alabanzas de Jehová,
su potencia y las maravillas que hizo.

Él estableció testimonio en Jacob
y puso ley en Israel,
la cual mandó a nuestros padres
que la notificaran a sus hijos;
para que lo sepa la generación venidera,
los hijos que nazcan;
y los que se levanten lo cuenten a sus hijos,
a fin de que pongan en Dios su confianza
y no se olviden de las obras de Dios;
que guarden sus mandamientos
y no sean como sus padres,
generación terca y rebelde;
generación que no dispuso su corazón,
ni cuyo espíritu fue fiel para con Dios.

Los hijos de Efraín, arqueros muy diestros,
volvieron las espaldas en el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios
ni quisieron andar en su Ley;
11 al contrario, se olvidaron de sus obras
y de sus maravillas que les había mostrado.
12 Delante de sus padres hizo maravillas
en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar y los hizo pasar.
Detuvo las aguas como en un montón.
14 Los guió de día con nube
y toda la noche con resplandor de fuego.
15 Hendió las peñas en el desierto
y les dio a beber como de grandes abismos,
16 pues sacó de la peña corrientes
e hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aun así, volvieron a pecar contra él,
rebelándose contra el Altísimo en el desierto,
18 pues tentaron a Dios en su corazón,
pidiendo comida a su gusto.
19 Y hablaron contra Dios, diciendo:
«¿Podrá poner mesa en el desierto?
20 Él ha herido la peña,
y brotaron aguas
y torrentes inundaron la tierra.
¿Podrá dar también pan?
¿Dispondrá carne para su pueblo?»

21 Y lo oyó Jehová y se indignó;
se encendió el fuego contra Jacob
y el furor subió contra Israel,
22 por cuanto no le habían creído
ni habían confiado en su salvación.
23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,
abrió las puertas de los cielos
24 e hizo llover sobre ellos maná, para que comieran,
y les dio trigo de los cielos.
25 Pan de nobles comió el hombre;
les envió comida hasta saciarlos.
26 Movió el viento solano en el cielo,
y trajo con su poder al viento del sur,
27 e hizo llover sobre ellos carne, como polvo;
como la arena del mar, aves que vuelan.
28 Las hizo caer en medio del campamento,
alrededor de sus tiendas.
29 Comieron y se saciaron;
les cumplió, pues, su deseo.
30 No habían saciado aún su apetito,
aún estaba la comida en su boca,
31 cuando vino sobre ellos el furor de Dios,
e hizo morir a los más robustos de ellos
y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, volvieron a pecar
y no dieron crédito a sus maravillas.
33 Por tanto, hizo acabar sus días como un soplo
y sus años en tribulación.
34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;
entonces se volvían solícitos en busca suya,
35 y se acordaban de que Dios era su refugio,
que el Dios Altísimo era su redentor.
36 Pero lo halagaban con su boca,
y con su lengua le mentían,
37 pues sus corazones no eran rectos con él
ni permanecieron firmes en su pacto.
38 Pero él, misericordioso,
perdonaba la maldad y no los destruía;
apartó muchas veces su ira
y no despertó todo su enojo.
39 Se acordó de que eran carne,
soplo que va y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces en el desierto se rebelaron contra él,
y lo enojaron en el yermo!
41 Y volvían, y tentaban a Dios,
y provocaban al Santo de Israel.
42 No se acordaban de su mano,
del día que los redimió de la angustia;
43 cuando manifestó en Egipto sus señales
y sus maravillas en el campo de Zoán.
44 Y volvió sus ríos en sangre,
y sus corrientes, para que no bebieran.
45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban
y ranas que los destruían.
46 Dio también a la oruga sus frutos
y sus labores a la langosta.
47 Sus viñas destruyó con granizo
y sus higuerales con escarcha.
48 Entregó al granizo sus bestias
y sus ganados a los rayos.
49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;
enojo, indignación y angustia,
¡un ejército de ángeles destructores!
50 Dispuso camino a su furor;
no eximió la vida de ellos de la muerte,
sino que los entregó a mortandad.
51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,
las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.
52 Hizo salir a su pueblo como a ovejas
y los llevó por el desierto como a un rebaño.
53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor;
y el mar cubrió a sus enemigos.
54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,
a este monte que ganó con su mano derecha.
55 Echó las naciones de delante de ellos;
con cuerdas repartió sus tierras en heredad
e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo
y no guardaron sus testimonios;
57 más bien, le dieron la espalda, rebelándose como sus padres;
se torcieron como arco engañoso.
58 Lo enojaron con sus lugares altos
y lo provocaron a celo con sus imágenes de talla.
59 Lo oyó Dios y se enojó,
y en gran manera aborreció a Israel.
60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,
la tienda en que habitó entre los hombres.
61 Entregó a cautiverio su poderío;
su gloria, en manos del enemigo.
62 Entregó también su pueblo a la espada
y se irritó contra su heredad.
63 El fuego devoró a sus jóvenes
y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.
64 Sus sacerdotes cayeron a espada
y sus viudas no hicieron lamentación.
65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,
como un valiente que grita excitado por el vino,
66 e hirió a sus enemigos por detrás;
les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la casa de José
y no escogió la tribu de Efraín,
68 sino que escogió la tribu de Judá,
el monte Sión, al cual amó.
69 Edificó su santuario a manera de eminencia,
como la tierra que cimentó para siempre.
70 Eligió a David su siervo
y lo tomó de los rebaños de ovejas;
71 de detrás de las paridas lo trajo,
para que apacentara a Jacob su pueblo,
a Israel su heredad.
72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón;
los pastoreó con la pericia de sus manos.

Josué 24:25-33

25 Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26 Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y la plantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo:

—Esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.

28 Después despidió Josué al pueblo, y cada uno volvió a su posesión.

Muerte de Josué(A)

29 Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años. 30 Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas. 31 Israel sirvió a Jehová durante toda la vida de Josué, y durante toda la vida de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todo lo que Jehová había hecho por Israel.

Sepultura de los huesos de José en Siquem

32 Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró, por cien monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem, y que pasó a ser posesión de los hijos de José.

Muerte de Eleazar

33 También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees, su hijo, que le fue dado en los montes de Efraín.

1 Corintios 14:20-25

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar. 21 En la Ley está escrito: «En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.» 22 Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 23 Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? 24 Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; 25 lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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