Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Dios, Salvador de Israel
(1a) Cántico de las subidas, de David.
124 (1b) Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga ahora Israel—,
2 si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando los hombres se levantaron para atacarnos,
3 nos habrían tragado vivos
al encenderse su furor contra nosotros.
4 Entonces las aguas nos habrían arrastrado;
¡un río habría pasado sobre nosotros!
5 ¡Entonces las aguas turbulentas
habrían pasado sobre nosotros!
6 ¡Bendito sea el Señor,
que no dejó que nos despedazaran con sus dientes!
7 Nos hemos escapado de la trampa
como un ave que escapa del cazador;
la trampa se rompió, y nosotros escapamos.
8 La ayuda nos viene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
Muerte de Jacob
29 Un día, Jacob dio esta orden a sus hijos: «Ya me falta poco para morir. Entiérrenme junto a mis antepasados en la cueva que está en el terreno de Efrón el hitita, 30 allá en la tierra de Canaán; es decir, la cueva que está en Macpelá, frente a Mamré, la que Abraham compró junto con el mismo terreno de Efrón, para que fuera el sepulcro de la familia. 31 Allí enterraron a Abraham y a su esposa Sara, a Isaac y a su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lía. 32 El terreno y la cueva que allí está fueron comprados a los hititas.»
33 Cuando Jacob terminó de dar estas instrucciones a sus hijos, volvió a acostarse y murió.
50 Entonces José se abrazó al cuerpo de su padre, y llorando lo besó. 2 Después ordenó a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran el cuerpo de su padre Israel, y así lo hicieron. 3 Tardaron cuarenta días en embalsamarlo, porque ése es el tiempo que se necesita para hacerlo.
Los egipcios guardaron luto por Israel durante setenta días, 4 y después de los días de luto, José habló con los del palacio del faraón y les dijo:
—Si me he ganado el aprecio de ustedes, háganme el favor de decirle al faraón 5 que cuando mi padre estaba por morir, me hizo jurarle que yo lo enterraría en el sepulcro que él mismo se preparó, y que está en la tierra de Canaán. Así que yo le ruego me permita ir a enterrar a mi padre; una vez que lo haya enterrado, regresaré.
6 Y el faraón contestó:
—Ve a enterrar a tu padre, tal como él te lo pidió.
7 José fue a enterrar a su padre, y lo acompañaron todos los funcionarios que tenían autoridad en el palacio del faraón y en Egipto, 8 la propia familia de Jacob, la de José, y sus hermanos. En la tierra de Gosen dejaron solamente a los niños y los animales. 9 También gente con carretas y de a caballo acompañó a José, así que era muchísima gente. 10 Cuando llegaron a Goren-ha-atad, que está al oriente del río Jordán, tuvieron una solemne ceremonia luctuosa. Allí José guardó luto por su padre durante siete días.
11 Cuando los cananeos que vivían en esa región vieron la ceremonia, dijeron: «Los egipcios tienen un entierro muy solemne.» Por eso llamaron Abel-Misraim a aquel lugar que está al oriente del Jordán.
12 Los hijos de Jacob hicieron con su padre todo lo que él les había pedido, 13 pues lo llevaron a Canaán y lo enterraron en la cueva del terreno de Macpelá, que Abraham le había comprado a Efrón el hitita para que fuera el sepulcro de la familia. Este terreno y la cueva están al oriente de Mamré. 14 Después de haber sepultado a su padre, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y con todos los que lo habían acompañado.
Respuesta a la acusación de ser orgulloso
12 Ciertamente, no nos atrevemos a igualarnos o a compararnos con esos que se alaban a sí mismos. Pero ellos cometen una tontería al medirse con su propia medida y al compararse unos con otros. 13 Nosotros no vamos a gloriarnos más allá de ciertos límites. Dios es quien señala los límites de nuestro campo de trabajo, y él nos permitió llegar hasta ustedes en Corinto. 14 Por eso, no estamos saliéndonos de nuestros límites, como sería el caso si no hubiéramos estado antes entre ustedes. Nosotros fuimos los primeros en llevarles a ustedes el evangelio de Cristo. 15 Y no nos gloriamos de los trabajos que otros han hecho, saliéndonos de nuestros límites. Al contrario, esperamos poder trabajar más entre ustedes, conforme ustedes vayan teniendo más fe, aunque siempre dentro de nuestros límites. 16 También esperamos extendernos y anunciar el evangelio en lugares más allá de donde están ustedes, pero sin meternos en campos ajenos, para no gloriarnos de los trabajos que otros han hecho.
17 Si alguno quiere gloriarse, que se gloríe del Señor. 18 Porque el hombre digno de aprobación no es el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.