Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Agar e Ismael son expulsados
8 El niño creció y fue destetado; el día en que lo destetaron Abrahán ofreció un banquete.
9 Un día, Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de la egipcia Agar jugaba con su hijo Isaac; 10 dijo entonces a Abrahán:
— ¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! Porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac.
11 Esto le dolió mucho a Abrahán, porque Ismael también era hijo suyo. 12 Pero Dios le dijo:
— No te angusties por el muchacho ni por tu esclava. Hazle caso a Sara, porque la descendencia que llevará tu nombre será la de Isaac. 13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es descendiente tuyo.
14 Al día siguiente, Abrahán se levantó de madrugada, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el niño. Ella se marchó y anduvo sin rumbo por el desierto de Berseba. 15 Cuando se acabó el agua del odre, dejó al niño bajo un arbusto, 16 se alejó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, pues no quería verle morir. Sentada a distancia lloró amargamente.
17 Dios escuchó al niño llorar, y desde el cielo el mensajero de Dios llamó a Agar y le dijo:
— ¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño que está ahí. 18 ¡Anda, vete a donde está el muchacho y agárralo con fuerza de la mano, porque yo haré de él una gran nación!
19 Entonces Dios le abrió a Agar los ojos y vio un pozo de agua. Enseguida fue allá, llenó el odre y dio de beber al niño. 20 Dios protegió al niño, y este fue creciendo. Vivía en el desierto y era un buen tirador de arco; 21 habitó en el desierto de Parán y su madre lo casó con una mujer egipcia.
Salmo 86 (85)
Señor, atiende mi ruego
86 Oración de David.
Atiéndeme, Señor, escúchame,
que soy humilde, pobre soy.
2 Protégeme porque soy fiel;
tú, mi Dios, salva a tu siervo
que ha puesto en ti su confianza.
3 Apiádate de mí, Dios mío,
que a ti clamo sin cesar.
4 Inunda de gozo a tu siervo,
que hacia ti yo me dirijo.
5 Tú, mi Dios, eres bueno y clemente,
lleno de amor para quienes te invocan.
6 Señor, atiende mi ruego,
escucha mi voz suplicante.
7 Cuando estoy angustiado te llamo
porque tú me respondes.
8 No hay entre los dioses uno como tú,
Dios mío, no hay obras como las tuyas.
9 Todas las naciones que forjaste
vendrán, mi Dios, a postrarse ante ti
y darán gloria a tu nombre.
10 Pues tú eres grande y haces prodigios;
tú, sólo tú, eres Dios.
16 vuélvete hacia mí y apiádate;
da tu fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava.
17 Haz un signo de bondad conmigo;
que mis enemigos se avergüencen al verlo,
pues tú, Señor, me ayudas y me consuelas.
Resucitados a una vida nueva
6 ¿Querrá todo esto decir que debemos seguir pecando para que se desborde la gracia? 2 ¡De ningún modo! Quienes hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo sometidos a él? 3 ¿No saben ustedes que, al ser vinculados a Cristo por el bautismo, fuimos vinculados también a su muerte? 4 Por el bautismo, en efecto, fuimos sepultados con Cristo, a fin de participar en su muerte. Por tanto, si Cristo venció a la muerte resucitando por el glorioso poder del Padre, es preciso que también nosotros emprendamos una vida nueva. 5 Si hemos sido injertados en Cristo compartiendo una muerte como la suya, compartiremos, también su resurrección. 6 Tengan en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada junto con Cristo en la cruz, para que así quedara destruido este cuerpo sometido al pecado y nosotros quedáramos liberados de su servidumbre. 7 Pues cuando una persona muere, queda libre del dominio del pecado. 8 Si, pues, hemos muerto con Cristo, debemos confiar en que también viviremos con él; 9 sabemos, en efecto, que Cristo, al haber resucitado de entre los muertos es ya inmortal; la muerte ha perdido su dominio sobre él. 10 En cuanto a la razón de su muerte, murió para liberarnos definitivamente del pecado; en lo que se refiere a su vivir, vive para Dios. 11 Igualmente ustedes, consideren que han muerto al pecado y viven para Dios en unión con Cristo Jesús.
24 Ningún discípulo es más que su maestro ni ningún criado es más que su amo. 25 Bastante es que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si han llamado Belzebú al amo de la casa, ¿qué no dirán de sus familiares?
Invitación a la confianza (Lc 12,2-7)
26 No tengan miedo a la gente. Porque no hay nada secreto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de ser conocido. 27 Lo que yo les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz, y lo que escuchan en secreto, pregónenlo desde las terrazas. 28 No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tengan miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena.
29 ¿No se venden dos pájaros por muy poco dinero? Sin embargo, ninguno de ellos cae a tierra si el Padre de ustedes no lo permite. 30 Pues bien, ustedes tienen contados hasta el último cabello de la cabeza. 31 Así que no tengan miedo; ustedes valen más que todos los pájaros.
A favor o en contra de Jesús (Lc 12,8-9)
32 Todo aquel que se declare a mi favor delante de los demás, yo también me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y, al contrario, si alguien me niega delante de los demás, yo también lo negaré a él delante de mi Padre que está en los cielos.
Jesús, causa de división (Lc 12,51-53; 14,26-27)
34 No crean que he venido a traer la paz al mundo. ¡No he venido a traer paz, sino guerra! 35 Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de su suegra; 36 de manera que los enemigos de cada uno serán sus propios familiares.
37 El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38 Y el que no esté dispuesto a tomar su cruz para seguirme, tampoco es digno de mí. 39 El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España