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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Salmos 96

Cántico de alabanza(A)

96 Cantad a Jehová cántico nuevo;
cantad a Jehová toda la tierra.
Cantad a Jehová, bendecid su nombre.
Anunciad de día en día su salvación;
proclamad entre las naciones su gloria,
en todos los pueblos sus maravillas,
porque grande es Jehová y digno de suprema alabanza;
temible sobre todos los dioses.
Todos los dioses de los pueblos son ídolos;
pero Jehová hizo los cielos.
¡Alabanza y magnificencia delante de él!
¡Poder y hermosura en su santuario!

Tributad a Jehová, familias de los pueblos,
dad a Jehová la gloria y el poder.
Dad a Jehová la honra debida a su nombre;
traed ofrendas y venid a sus atrios.
Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad;
temed delante de él, toda la tierra.

10 Decid entre las naciones: «¡Jehová reina!
También afirmó el mundo, no será conmovido;
juzgará a los pueblos con justicia.»
11 Alégrense los cielos y gócese la tierra;
brame el mar y su plenitud.
12 Regocíjese el campo y todo lo que hay en él;
entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento
13 delante de Jehová, que vino,
porque ha venido a juzgar la tierra.
¡Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con su verdad!

1 Reyes 18:1-19

Elías regresa a ver a Acab

18 Pasó mucho tiempo, y tres años después, llegó palabra de Jehová a Elías, diciendo: «Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra.»

Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. En Samaria el hambre era grave. Acab llamó a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso de Jehová, pues cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió en cuevas de cincuenta en cincuenta, y los sustentó con pan y agua. Dijo, pues, Acab a Abdías:

—Ve por el país a todas las fuentes de aguas y a todos los arroyos, a ver si acaso encontramos pasto con que conservar con vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.

Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino y Abdías fue solo por otro. Cuando Abdías iba por el camino, se encontró con Elías. Al reconocerlo, se postró sobre su rostro y dijo:

—¿No eres tú Elías, mi señor?

—Yo soy; ve y dile a tu amo: “Aquí está Elías” —le respondió él.

Abdías contestó:

—¿En qué he pecado para que entregues a tu siervo en manos de Acab para que me mate? 10 ¡Vive Jehová, tu Dios!, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y cuando respondían: “No está aquí”, hacía jurar a reinos y a naciones que no te habían hallado. 11 ¿Y ahora tú dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Aquí está Elías’”? 12 Acontecerá que luego de que yo me haya ido, el espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa. Y cuando yo vaya a dar la noticia a Acab, él no te hallará y me matará. Pero tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová, que escondí en cuevas a cien de los profetas de Jehová, de cincuenta en cincuenta, y los mantuve con pan y agua? 14 Y ahora dices tú: “Ve y dile a tu amo: ‘Aquí está Elías’”. ¿Quieres que me mate?

15 Elías le dijo:

—¡Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy!, que hoy me presentaré ante él.

16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, le dio el aviso, y Acab fue a encontrarse con Elías. 17 Cuando lo vio, le dijo:

—¿Eres tú el que perturbas a Israel?

18 Él respondió:

—Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, al abandonar los mandamientos de Jehová y seguir a los baales. 19 Manda, pues, ahora a que todo Israel se congregue en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.

Lucas 4:31-37

Un hombre que tenía un espíritu impuro(A)

31 Descendió Jesús a Capernaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba; 32 y se admiraban de su doctrina, porque su palabra tenía autoridad.

33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio impuro, el cual exclamó a gran voz, 34 diciendo:

—¡Déjanos! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.

35 Jesús lo reprendió, diciendo:

—¡Cállate y sal de él!

Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno. 36 Todos estaban maravillados, y se decían unos a otros:

—¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus impuros, y salen?

37 Y su fama se difundía por todos los lugares de la región.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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