Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
8 Pueblos todos: ¡bendigan a nuestro Dios!
¡Hagan resonar la voz de su alabanza!
9 Tú, Señor, nos has preservado la vida,
y no has dejado que resbalen nuestros pies.
10 Tú, Dios nuestro, nos has puesto a prueba;
nos has refinado como se refina la plata.
11 Pero nos dejaste caer en la trampa;
¡impusiste sobre nosotros una pesada carga!
12 Caballos y jinetes han pasado sobre nosotros;
hemos pasado por el fuego y por el agua,
pero al final nos has llevado a la abundancia.
13 Entraré en tu templo con holocaustos,
y allí te cumpliré mis promesas,
14 las promesas que, en mi angustia,
pronuncié con mis propios labios.
15 Te ofreceré holocaustos de los mejores animales,
te ofreceré sahumerio de carneros
y sacrificios de bueyes y machos cabríos.
16 Ustedes todos, los que temen a Dios,
vengan y escuchen lo que él ha hecho conmigo.
17 Con mis labios le pedí ayuda;
con mi lengua exalté su nombre.
18 Si mi corazón se hubiera fijado en la maldad,
el Señor no me habría escuchado.
19 Pero lo cierto es que Dios me escuchó
y atendió a la voz de mi súplica.
20 ¡Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni me escatimó su misericordia!
El diluvio
7 Después el Señor le dijo a Noé:
«Entra en el arca, tú y toda tu casa, porque en esta generación he visto que tú eres justo delante de mí. 2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, cada macho con su hembra; pero de los animales que no son limpios sólo una pareja, un macho con su hembra. 3 También de las aves de los cielos tomarás siete parejas, macho y hembra, para conservar viva su especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque dentro de siete días yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches, y borraré de la faz de la tierra a todos los seres vivos que hice.»
5 Noé hizo todo en conformidad con lo que le mandó el Señor. 6 Cuando el diluvio de las aguas cayó sobre la tierra, Noé tenía seiscientos años. 7 Para protegerse de ellas, Noé entró en el arca,(A) junto con sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. 8 Los animales limpios, y los que no eran limpios, y las aves, y todo lo que se arrastra sobre la tierra 9 entraron en el arca de dos en dos, macho y hembra, junto con Noé, tal y como Dios se lo ordenó, 10 y al séptimo día las aguas del diluvio cayeron sobre la tierra.
11 El día diecisiete del mes segundo del año seiscientos de la vida de Noé, se rompieron todas las fuentes del gran abismo y se abrieron las cataratas de los cielos,(B) 12 y llovió sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. 13 Ese mismo día, Noé y sus hijos Sem, Cam y Jafet entraron en el arca, junto con la mujer de Noé y las tres mujeres de sus hijos, 14 así como todos los animales salvajes según su especie, todos los animales domésticos según su especie, todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra según su especie, toda clase de pájaros según su especie. 15 En el arca entraron, junto con Noé, y de dos en dos, todos los seres que tenían hálito de vida. 16 Los que entraron eran un macho y una hembra de cada ser vivo, tal y como Dios se lo había ordenado. Después el Señor cerró la puerta.
17 El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra, y las aguas subieron y levantaron el arca, y ésta flotaba por encima de la tierra. 18 Tanto arreciaron y aumentaron las aguas sobre la tierra que el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. 19 Arreciaron tanto las aguas sobre la tierra que aun los montes más altos quedaron cubiertos. 20 Después de haber cubierto los montes, las aguas subieron todavía siete metros más. 21 Así murieron todos los seres que pululaban sobre la tierra, tanto las aves como el ganado y las bestias, y todo reptil que se arrastraba sobre la tierra, y todos los seres humanos. 22 Murió todo lo que había en la tierra, todo lo que tenía en su nariz aliento de espíritu de vida. 23 Fueron borrados de la faz de la tierra todos los seres que la habitaban, lo mismo los hombres que las bestias, los reptiles y las aves del cielo. Fueron borrados de la tierra, y sólo quedaron con vida Noé y los que estaban con él en el arca. 24 Y las aguas permanecieron sobre la tierra ciento cincuenta días.
La tempestad en el mar
13 Como empezó a soplar una brisa del sur, les pareció que el viento era adecuado; entonces levaron anclas y se fueron siguiendo la costa de Creta. 14 Pero al poco tiempo un viento huracanado, conocido como Euroclidón, dio contra la nave 15 y la arrastró. Como no fue posible poner proa al viento, simplemente nos dejamos llevar por el viento. 16 Luego de deslizarnos a sotavento de la isla llamada Cauda, con muchas dificultades pudimos recoger la lancha salvavidas, 17 la cual fue subida a bordo y atada a la nave. Por temor a quedar varados en la arena, se arriaron las velas y la nave quedó a la deriva. 18 Como éramos azotados por una furiosa tempestad, al siguiente día se comenzó a aligerar la nave de su carga, 19 y al tercer día se arrojaron los aparejos de la nave. 20 Durante muchos días no pudieron verse el sol ni las estrellas, y la fuerte tempestad nos seguía azotando, así que ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.
21 Como hacía mucho que no comíamos, Pablo se puso de pie y dijo: «Amigos, ustedes debieron haberme hecho caso, y no haber zarpado de Creta. Así se habría evitado este perjuicio y esta pérdida. 22 Pero yo les pido que no pierdan el ánimo, pues ninguno de ustedes perderá la vida. Solamente se perderá la nave. 23 Lo sé porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios, a quien sirvo y pertenezco, 24 y me ha dicho: “Pablo, no tengas miedo. Es necesario que comparezcas ante el emperador. Dios te ha concedido que todos los que navegan contigo salgan ilesos.” 25 Así que, ¡anímense, amigos míos!, que Dios hará todo tal y como me lo ha dicho. 26 Sin embargo, necesitamos llegar a alguna isla.»
27 Catorce noches después de navegar a la deriva por el mar Adriático, a eso de la medianoche los marineros intuyeron que estaban cerca de tierra, 28 así que echaron la sonda y ésta marcaba una profundidad de veinte brazas; un poco más adelante volvieron a echarla, y ya marcaba quince brazas. 29 Ante el temor de dar con algunos escollos, se echaron cuatro anclas por la popa, esperando con ansias que amaneciera. 30 Algunos marineros trataron de huir de la nave y, aparentando que querían soltar las anclas de proa, echaron al mar la lancha salvavidas; 31 Pero Pablo les dijo al centurión y a los soldados: «Si éstos no se quedan en la nave, ustedes no se podrán salvar.» 32 Entonces los soldados cortaron las amarras de la lancha y dejaron que ésta se perdiera.
33 Comenzaba a amanecer cuando Pablo los animó a comer. Les dijo: «Ya van catorce días que ustedes están en ayunas y en compás de espera. ¡No han comido nada! 34 Yo les ruego que coman algo para mantenerse sanos. Tengan la seguridad de que no van a perder ni un cabello de su cabeza.» 35 Dicho esto, Pablo tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; luego lo partió y comenzó a comer. 36 Entonces todos se animaron y también comieron. 37 Los que estábamos en la nave éramos un total de doscientas setenta y seis personas. 38 Ya satisfechos, se aligeró más la nave y se arrojó el trigo al mar.
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