Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Cántico de los peregrinos.
130 ¡Señor, desde lo profundo de mi desesperación clamo a ti pidiendo ayuda! 2 Escucha mi lamento, Señor. Atiende mi oración.
3 Si tú tomaras en cuenta nuestros pecados ¿quién, Señor, podría seguir vivo? 4 Pero tú ofreces perdón, para que aprendamos a temerte. 5 Yo espero en el Señor; sí, espero en él. He puesto mi esperanza en su palabra. 6 Espero al Señor, más que los centinelas al amanecer; sí, más que los centinelas esperan al amanecer. 7 Oh Israel, espera en el Señor porque en él hay amor inagotable, y abundante salvación. 8 Él mismo rescatará a Israel de las cadenas del pecado.
10 »¡Oh pueblo de Israel!, ustedes están diciendo: “Nuestras acciones perversas pesan sobre nosotros; nos estamos consumiendo por nuestro sentimiento de culpa. ¿Cómo podemos seguir viviendo?”. 11 Diles: “¡Se los aseguro, dice el Señor Dios, que no me complazco para nada en la muerte del impío, sino que deseo que el impío se arrepienta de sus maldades y viva! ¡Dejen de cometer maldades!, pues ¿por qué habrían de morir, oh israelitas?”.
12 »Porque las buenas obras de una persona justa no la salvarán si regresa a sus prácticas malvadas, y las obras malvadas de una persona impía no la destruirán si se arrepiente de ellas. 13 Yo he dicho que la persona justa vivirá largamente. Pero si comete maldades, esperando que su piedad y justicia previas la salvarán del castigo, se equivoca, pues en realidad ninguna de sus buenas obras pasadas será recordada. Yo la castigaré por sus maldades. 14 Y cuando yo le digo a la persona impía que morirá, pero se arrepiente de sus maldades y hace lo que es justo y cabal, 15 si restituye la prenda del que pide prestado y devuelve lo que ha robado y vive practicando la justicia, no haciendo mal, seguramente vivirá largamente. No haré que muera como castigo. 16 Ninguna de sus maldades pasadas se recordarán contra esta persona, pues se ha vuelto hacia el bien y seguramente vivirá largamente.
La séptima trompeta
15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y varias voces potentísimas gritaron desde el cielo:
«El reino de este mundo pertenece ahora a nuestro Señor y a su Cristo; y él reinará para siempre».
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se inclinaron sobre sus rostros para adorarlo, 17 diciendo:
«Te damos las gracias, Señor, Dios Todopoderoso, que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.
18 Las naciones se enojaron contra ti, pero ha llegado el momento de castigarlas.
Ha llegado la hora de juzgar a los muertos y de premiar a tus siervos los profetas, a tu pueblo santo y a cualquier persona, grande o pequeña, que respete tu nombre.
Y ha llegado el momento de destruir a los que han traído destrucción a la tierra».
19 Entonces el templo de Dios se abrió en el cielo y el cofre de su pacto quedó al descubierto. Y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.
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