Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Samuel 1:1

David se entera del final de Saúl

Aconteció que después de la muerte de Saúl, cuando David había vuelto de la derrota de los amalequitas, David se quedó dos días en Siclag.

2 Samuel 1:17-27

Lamento de David por Saúl y Jonatán

17 David entonó este lamento por Saúl y por su hijo Jonatán, 18 y mandó que enseñaran a los hijos de Judá el Canto del Arco. He aquí que está escrito en el libro de Jaser.

19 “¡El esplendor, oh Israel,

ha perecido sobre tus montes! ¡Cómo han caído los valientes!

20 No lo anuncien en Gat

ni den las nuevas por

las calles de Ascalón.

No sea que se alegren las hijas de los filisteos;

no sea que se regocijen las hijas de los incircuncisos.

21 “Oh montes de Gilboa:

Ni rocío ni lluvia haya sobre ustedes

ni sean campos de ofrendas;

porque allí fue profanado

el escudo de los valientes,

el escudo de Saúl,

como si no hubiera sido ungido con aceite.

22 El arco de Jonatán jamás volvía sin la sangre de los muertos

y sin la grasa de los valientes; tampoco volvía vacía la espada de Saúl.

23 “Saúl y Jonatán, amados y amables en su vida,

tampoco en su muerte

fueron separados.

Eran más veloces que las águilas; eran más fuertes que los leones.

24 ¡Oh hijas de Israel, lloren por Saúl, quien las vestía de escarlata

y cosas refinadas,

y ponía adornos de oro en sus vestidos!

25 ¡Cómo han caído los valientes

en medio de la batalla!

¡Jonatán ha perecido sobre tus montes!

26 “Angustia tengo por ti, hermano mío, Jonatán, que me fuiste muy querido. Más maravilloso fue para mí tu amor que el amor de las mujeres.

27 “¡Cómo han caído los valientes,

y se han perdido las armas de guerra!”.

Salmos 130

Esperanza en la redención divina

130 Canto de ascenso gradual[a].

De lo profundo de mi ser clamo a ti, oh SEÑOR.
Señor, escucha mi voz;
estén atentos tus oídos a la voz
de mi súplica.
Oh SEÑOR[b], si tienes presente los pecados,
¿quién podrá, oh Señor,
mantenerse en pie?
Pero en ti hay perdón
para que seas reverenciado.
Yo espero en el SEÑOR; mi alma espera. En su palabra he puesto mi esperanza.
Mi alma espera al SEÑOR
más que los centinelas a la mañana;
sí, más que los centinelas a la mañana.
Oh Israel, pon tu esperanza en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia
y en él hay abundante redención.
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados.

2 Corintios 8:7-15

Por tanto, así como ya abundan en todo —en fe, en palabra, en conocimiento, en toda diligencia y en amor para con nosotros— abunden también en esta gracia. No hablo como quien manda sino para poner también a prueba, por la eficacia de otros, la sinceridad del amor de ustedes. Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, por amor de ustedes se hizo pobre para que ustedes con su pobreza fueran enriquecidos. 10 Y en esto doy mi consejo; porque esto les conviene a ustedes que desde el año pasado tomaron la iniciativa, no solo para hacerlo sino también para quererlo hacer. 11 Ahora pues, lleven el hecho a su culminación para que, como fueron prontos a querer, así lo sean para cumplir conforme a lo que tienen. 12 Porque si primero se tiene dispuesta la voluntad, se acepta según lo que uno tenga, no según lo que no tenga. 13 Pero no digo esto para que haya para otros alivio y para ustedes estrechez, 14 sino para que haya igualdad. En este tiempo su abundancia supla lo que a ellos les falta, para que también la abundancia de ellos supla lo que a ustedes les falte, a fin de que haya igualdad; 15 como está escrito:

El que recogió mucho no tuvo más,
y el que recogió poco no tuvo menos[a].

Marcos 5:21-43

Jesús sana a una mujer

21 Cuando Jesús hubo cruzado de nuevo en la barca a la otra orilla, se congregó alrededor de él una gran multitud. Y él estaba junto al mar. 22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo. Cuando lo vio, se postró a sus pies 23 y le imploró mucho diciendo:

—Mi hijita está agonizando. ¡Ven! Pon las manos sobre ella para que sea salva y viva.

24 Jesús fue con él. Y lo seguía una gran multitud, y lo apretujaban.

25 Había una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años. 26 Había sufrido mucho de muchos médicos y había gastado todo lo que tenía, y de nada le había aprovechado; más bien, iba de mal en peor. 27 Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás de él entre la multitud y tocó su manto 28 porque ella pensaba: “Si solo toco su manto, seré sanada”. 29 Al instante se secó la fuente de su sangre y sintió en su cuerpo que ya estaba sana de aquel azote. 30 De pronto, Jesús, reconociendo dentro de sí que había salido poder de él, volviéndose a la multitud dijo:

—¿Quién me ha tocado el manto?

31 Sus discípulos le dijeron:

—Ves la multitud que te apretuja, y preguntas: “¿Quién me tocó?”.

32 Él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, fue y se postró delante de él y le dijo toda la verdad.

34 Él le dijo:

—Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sanada de tu azote.

Jesús resucita a la hija de Jairo

35 Mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga diciendo:

—Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestas más al Maestro?

36 Pero Jesús, sin hacer caso a esta palabra que se decía, dijo al principal de la sinagoga:

—No temas; solo cree.

37 Y no permitió que nadie lo acompañara, sino Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Llegaron a la casa del principal de la sinagoga, y él vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y al entrar les dijo:

—¿Por qué hacen alboroto y lloran? La niña no ha muerto sino que duerme.

40 Ellos se burlaban de él. Pero él los sacó a todos, y tomó al padre y a la madre de la niña y a los que estaban con él, y entró a donde estaba la niña. 41 Tomó la mano de la niña y le dijo:

—Talita, cumi[a] (que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate).

42 Y en seguida la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y quedaron atónitos. 43 Él les mandó estrictamente que nadie lo supiera y ordenó que le dieran a ella de comer.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano