Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Estoy tranquilo y confío en Dios
SALMO 131 (130)
Cántico de David para las peregrinaciones.
131 Dios mío,
yo no me creo más que nadie,
ni miro a nadie con desprecio;
no hago alardes de grandeza,
ni pretendo hacer grandes maravillas,
pues no podría llevarlas a cabo.
2 Más bien, me he calmado;
me he tranquilizado
como se tranquiliza un niño
cuando su madre le da el pecho.
¡Estoy tranquilo como un niño
después de haber tomado el pecho!
3 Israel,
¡pon tu esperanza en Dios
ahora y siempre!
Reproches a los que buscan ayuda en Egipto
31 Isaías dijo:
«¡Qué mal les va a ir
a los que van a Egipto
a pedir ayuda!
¡Todos ellos confían
en sus fuerzas militares,
pero no miran ni buscan
al Dios santo de Israel!
2 Pero a Dios no se le engaña;
él sabe causar desgracias,
y cuando promete algo, lo cumple.
Dios destruirá a los malvados
y a quienes les piden ayuda.
3 »Los egipcios no son dioses,
sino simples seres humanos.
Sus caballos son de carne
y no vivirán para siempre.
Dios castigará a los egipcios
y a quienes les piden ayuda.
¡Todos van a desaparecer!»
Dios protege a Jerusalén
4 Dios le dijo a Isaías:
«Yo defenderé a mi pueblo
que vive en Jerusalén,
como se defiende el león
cuando ha matado a una oveja:
no se deja asustar
por los gritos de los pastores.
5 Yo protegeré a Jerusalén
como protege el pájaro a su nido:
¡yo la cuidaré y la salvaré!
Yo soy el Dios todopoderoso,
y les juro que así lo haré».
El pueblo debe arrepentirse
6 Isaías advirtió:
«Israelitas,
ya no sean desobedientes;
¡vuelvan a obedecer a Dios!
7 Ustedes pecaron contra mí
al fabricar ídolos de oro y plata,
pero viene el día
en que dejarán de adorarlos.
8 Ese día, Asiria será derrotada,
pero no por ningún ser humano.
Por causa de la guerra
su gente querrá escapar,
y sus jóvenes guerreros
serán hechos esclavos.
9 Su rey se llenará de miedo
y saldrá corriendo;
también sus capitanes
dejarán abandonada su bandera.
Dios ya tiene preparado
el castigo para sus enemigos
en la ciudad de Jerusalén».
Jesús y el jefe de los demonios
14 Jesús expulsó a un demonio que había dejado mudo a un hombre. Cuando el demonio salió, el hombre empezó a hablar.
La gente estaba asombrada por lo que hizo Jesús, 15 pero algunas personas dijeron: «Jesús libera de los demonios a la gente porque Beelzebú, el jefe de los demonios, le da poder para hacerlo.»
16 Otros querían ponerle una trampa a Jesús. Por eso le pidieron un milagro que demostrara que había sido enviado por Dios. 17 Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
«Si los habitantes de un país se pelean entre ellos, el país se destruirá. Si los miembros de una familia se pelean entre sí, la familia también se destruirá. 18 Y si Satanás lucha contra sí mismo, destruirá su propio reino. Ustedes dicen que yo expulso a los demonios por el poder de Satanás. 19 Si eso fuera verdad, entonces ¿quién les da poder a los discípulos de ustedes para echar fuera demonios? Si ustedes me responden que Dios les da ese poder, eso demuestra que están equivocados. 20 Y si yo echo fuera a los demonios con el poder de Dios, eso demuestra que el reino de Dios ya está aquí.
21 »Es muy difícil robar en la casa de un hombre fuerte y bien armado. 22 Pero si un hombre más fuerte que él lo vence, le quitará las armas, le robará todo y lo repartirá entre sus amigos.
23 »Si ustedes no están de acuerdo con lo que hago, entonces están contra mí. Si no me ayudan a traer a otros para que me sigan, es como si los estuvieran ahuyentando.
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