Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
¡Derrota a nuestros enemigos!
SALMO 83 (82)
Himno de Asaf.
83 Dios mío, Dios mío,
no guardes silencio;
no te quedes callado
y sin hacer nada.
2 ¡Fíjate en tus enemigos:
mira cómo se alborotan!
¡Fíjate en los que no te quieren:
mira cómo te desafían!
3 Hacen planes contra tu pueblo amado,
con intenciones de hacerle daño,
4 y hasta se atreven a decir:
«¡Vamos a destruirlos por completo!
¡Jamás volverá a mencionarse
el nombre de Israel!»
9 ¡Acaba con ellos,
como acabaste con Madián!
¡Acaba con ellos,
como acabaste con Sísara y Jabín
a orillas del río Quisón!
10 Ellos fueron derrotados en Endor,
y quedaron tendidos en el suelo,
tirados como el estiércol.
17 ¡Derrótalos para siempre!
¡Derrótalos y acaba con ellos!
18 ¡Así conocerán tu poder,
y sabrán que sólo tú
gobiernas sobre toda la tierra!
Ester ofrece otro banquete
7 El rey Asuero y Amán fueron al banquete que les ofrecía la reina Ester. 2 Mientras bebían vino, el rey le volvió a preguntar a Ester:
—¿Dime qué deseas, reina Ester? Hasta la mitad de mi reino te daría, si me lo pidieras.
3 Ester le respondió:
—Si Su Majestad en verdad me ama, y si le parece bien, le pido que salve mi vida y la de mi pueblo. 4 Se ha puesto precio a nuestra vida, y se nos quiere destruir. Si hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo me callaría, y no molestaría a Su Majestad por algo sin importancia.
5 El rey Asuero le preguntó:
—¿Y quién se atrevió a hacer esto? ¿Dónde está?
6 Ester, señalando a Amán, le respondió:
—¡Nuestro enemigo es este malvado!
Al oír esto, Amán se quedó paralizado de miedo. 7 El rey Asuero se levantó de la mesa muy enojado, y salió al jardín para calmarse. Cuando Amán se dio cuenta de que el rey estaba decidido a matarlo, se quedó en la sala para rogarle a la reina que lo salvara.
Amán muere en la horca
8-9 Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba demasiado cerca de Ester. Entonces el rey exclamó:
—¡Sólo eso me faltaba! ¡Que le faltes al respeto a mi esposa ante mis ojos, y en mi propia casa!
Cuando los guardias oyeron los gritos del rey, entraron y le cubrieron la cara[a] a Amán. Uno de los guardias, llamado Harboná, dijo:
—En la casa de Amán hay una horca de veintidós metros de alto. Él la preparó para Mardoqueo, el judío que le salvó la vida a Su Majestad.
10 Entonces el rey ordenó:
—¡Cuélguenlo allí!
Los guardias colgaron a Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo, y así el rey se tranquilizó.
Los sirvientes
45 »¿Quién es el sirviente responsable y atento? Es aquel a quien el amo deja a cargo de toda su familia, para darles de comer a su debido tiempo. 46 ¡Qué feliz es el sirviente si su dueño lo encuentra cumpliendo sus órdenes! 47 Les aseguro que el dueño lo pondrá a administrar todas sus posesiones. 48 Pero supongamos que un sirviente malo piensa: “Mi amo salió de viaje y tardará mucho en volver”, 49 y comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con borrachos. 50 Cuando vuelva su amo, en el día y la hora en que el sirviente menos lo espere, 51 lo castigará como se castiga a todos los que engañan a sus amos. Entonces llorará y le rechinarán de terror los dientes.
Copyright © 2000 by United Bible Societies