Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 128 (127)
Que el Señor te bendiga
128 Cántico de peregrinación.
Feliz quien venera al Señor,
quien marcha por sus caminos.
2 Comerás del trabajo de tus manos,
serás feliz y te irá bien.
3 Será tu esposa como parra fecunda
en la intimidad de tu casa;
serán tus hijos como ramas de olivo
en torno a tu mesa.
4 Así será bendecido
todo el que venera al Señor:
5 “Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la dicha de Jerusalén
todos los días de tu vida,
6 que veas a los hijos de tus hijos.
¡Que reine la paz en Israel!”.
Las doce piedras conmemorativas
4 Cuando todo el pueblo acabó de cruzar el Jordán, el Señor dijo a Josué:
2 — Escoged doce hombres del pueblo, uno por cada tribu, 3 y mandadles que saquen doce piedras del lecho del Jordán, donde los sacerdotes han estado parados; luego llevadlas con vosotros y depositadlas en el lugar en que pernoctéis.
4 Llamó Josué a los doce hombres que había elegido de entre los israelitas, uno por cada tribu, 5 y les dijo:
— Entrad hasta el medio del Jordán, donde está el Arca de la alianza del Señor, y cargue cada uno al hombro una piedra, una por cada tribu de Israel, 6 para que sirva de recuerdo conmemorativo entre vosotros. Cuando el día de mañana os pregunten vuestros hijos: “¿Qué hacen ahí esas piedras?”, 7 les responderéis: “Es que las aguas del Jordán quedaron cortadas ante el Arca de la alianza del Señor: cuando el Arca cruzaba el Jordán, las aguas del Jordán se cortaron”. Estas piedras servirán a los israelitas de recuerdo para siempre.
8 Los israelitas hicieron lo que Josué les mandó: sacaron doce piedras del lecho del Jordán, una por cada tribu de Israel, tal como había mandado el Señor a Josué; las llevaron al lugar donde iban a pernoctar y las depositaron allí. 9 Josué, por su parte, erigió doce piedras en el lecho del Jordán, en el lugar donde los sacerdotes portadores del Arca de la alianza habían plantado los pies; y allí siguen todavía hoy.
Fin del paso
10 Los sacerdotes portadores del Arca estuvieron parados en medio del Jordán hasta que se cumplió todo lo que Josué había mandado al pueblo por orden del Señor (conforme en todo a lo que Moisés había ordenado a Josué). El pueblo se dio prisa en pasar. 11 En cuanto acabó de pasar todo el pueblo, pasó el Arca del Señor y los sacerdotes volvieron a situarse a la cabeza del pueblo. 12 Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés se colocaron en orden de batalla a la cabeza de los israelitas, como les había mandado Moisés. 13 Los que pasaron ante el Señor, hacia la llanura de Jericó, fueron unos cuarenta mil guerreros armados, dispuestos para el combate. 14 Aquel día el Señor engrandeció a Josué a la vista de todo Israel; y lo mismo que habían respetado a Moisés, respetaron también a Josué durante toda su vida. 15 El Señor dijo a Josué:
16 — Manda a los sacerdotes que llevan el Arca del testimonio que salgan del Jordán.
17 Josué mandó a los sacerdotes:
— Salid del Jordán.
18 Cuando los sacerdotes portadores del Arca de la alianza del Señor salieron del Jordán, apenas las plantas de sus pies tocaron la orilla, las aguas del Jordán volvieron a su lugar y llenaron el cauce hasta el borde como antes.
Llegada a Guilgal
19 Era el día décimo del primer mes cuando el pueblo salió del Jordán y acampó en Guilgal, al oriente de Jericó. 20 Josué erigió en Guilgal las doce piedras que habían sacado del Jordán. 21 Y dijo a los israelitas:
— Cuando el día de mañana os pregunten vuestros hijos: “¿Qué hacen ahí esas piedras?”, 22 se lo explicaréis así: “Israel pasó ese Jordán a pie enjuto, 23 pues el Señor, vuestro Dios, secó ante vosotros las aguas del Jordán hasta que lo atravesasteis, como había hecho el Señor vuestro Dios con el mar de las Cañas al que secó ante nosotros hasta que lo atravesamos. 24 De este modo todos los pueblos de la tierra reconocerán lo poderosa que es la mano del Señor, y vosotros respetaréis siempre al Señor, vuestro Dios”.
13 Damos por ello gracias a Dios constantemente, pues al acoger el mensaje evangélico de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes. 14 En efecto, hermanos, también vosotros habéis compartido la suerte de las iglesias de Dios que se hallan en Judea congregadas en nombre de Jesús: a vosotros os han hecho sufrir vuestros compatriotas; y a ellos, los judíos, 15 que fueron los que mataron a Jesús, el Señor, y a los profetas. Los mismos que ahora nos persiguen a nosotros, desagradan a Dios y se hacen enemigos de todo ser humano, 16 al impedirnos predicar a los paganos a fin de que se salven. Están así llenando permanentemente la medida de sus pecados; pero el castigo de Dios se ha abatido sobre ellos de forma definitiva.
Misión de Timoteo en Tesalónica
17 Por lo que respecta a nosotros, hermanos, separados momentáneamente de vosotros en cuanto a la presencia física, que no por el cariño, hemos procurado con todo empeño visitaros personalmente. 18 Lo hemos intentado, en concreto yo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo ha impedido. 19 Y es que ¿quién, sino vosotros, será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra corona de gloria ante Jesús nuestro Señor, el día de su manifestación? 20 ¡Vosotros, ciertamente, sois nuestra gloria y nuestra alegría!
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España