Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Dios bendice a la gente buena
SALMO 112 (111)
112 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Dios bendice a quienes lo adoran
y gozan cumpliendo sus mandamientos!
2 Los hijos de la gente honrada
dominarán el país
y serán siempre bendecidos.
3 Tendrán en su casa muchas riquezas,
y siempre triunfarán en todo.
4 Como son bondadosos,
justos y compasivos,
guiarán a la gente honrada
como una luz en la oscuridad.
5 La gente buena es generosa:
presta a quienes le piden,
y maneja bien sus negocios.
6 La gente buena jamás fracasa;
siempre se le recuerda con cariño.
7 Nunca le asalta el temor
de recibir malas noticias,
pues confía en Dios
de todo corazón.
8 No tiene por qué preocuparse,
ni por qué sentir miedo;
hasta mira con aire de triunfo
a todos sus enemigos.
9 Siempre que ayuda a los pobres,
lo hace con generosidad;
en todo sale triunfante,
y levanta la cabeza con orgullo.
10 Cuando los malvados ven esto
se enojan y rechinan los dientes,
pero acaban por perderse.
¡Los planes de los malvados
siempre fracasan!
13 Dios le dijo a Isaías:
«Este pueblo dice que me ama,
pero no me obedece;
me rinde culto,
pero no es sincero
ni lo hace de corazón.
14 Por eso, voy a hacer
cosas tan maravillosas
que este pueblo quedará asombrado.
Entonces destruiré
la sabiduría de sus hombres sabios
y la inteligencia
de sus personas inteligentes».
Advertencia de Isaías
15 Isaías dijo:
«¡Qué mal les va a ir
a los que tratan de esconderse
para que Dios no los vea
cuando hacen sus planes malvados!
¡Qué mal les va a ir
a los que andan diciendo:
“Nadie nos ve, nadie se da cuenta”!
16 ¡Pero eso es un disparate!
Es como si el plato de barro
quisiera ser igual a quien lo hizo.
Pero no hay un solo objeto
que pueda decir a quien lo hizo:
“¡Tú no me hiciste!”
Tampoco puede decirle:
“¡No sabes lo que estás haciendo!”
Lo que realmente ensucia
7 1-4 Los judíos, y en especial los fariseos, siguen la costumbre de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente. Cuando llegan a sus casas después de haber ido al mercado, no comen nada de lo que compran allí sin antes lavarlo bien.[a]
Cierto día, se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén. Al ver que los discípulos de Jesús comían sin lavarse las manos,[b] comenzaron a criticarlos. 5 Y le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué tus discípulos no siguen las costumbres que desde hace mucho han practicado nuestros antepasados? ¿Por qué comen sin haberse lavado las manos?
6 Jesús les respondió:
—¡Ustedes son unos hipócritas! Dios tenía razón cuando dijo por medio del profeta Isaías:
“Este pueblo dice que me obedece,
pero en verdad nunca piensa en mí.
7 De nada sirve que ustedes me alaben,
pues inventan reglas
y luego las enseñan
diciendo que yo las ordené.”
8 »Ustedes desobedecen los mandamientos de Dios para poder seguir enseñanzas humanas.
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