Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
5 SEÑOR, tu fiel amor llega hasta el cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.
6 Tu justicia es como las montañas más altas
y tus sentencias más profundas como el amplio océano.
Tú, SEÑOR, eres quien protege a los seres humanos y a los animales.
7 No hay nada más precioso que tu fiel amor.
Los seres humanos buscan protección
bajo tus alas.
8 Se alegran con todo lo bueno que hay en tu casa,
y les permites beber de tu río de placeres.
9 Tú eres fuente de vida
y vemos la luz porque tú nos iluminas.
10 Muestra tu fiel amor a los que te conocen
y tu justicia a los honestos.
3 »Si un hombre se divorcia de su esposa,
y luego ella se casa con otro hombre,
el primer hombre no volverá a unirse a ella.
¿Acaso algo así no contaminaría la tierra?
Pero tú que te has prostituido con muchos amantes,
¿podrás volver a mí?, dice el SEÑOR.
2 Levanta tu mirada y observa las colinas,
trata de encontrar un lugar en el que no hayas pecado sexualmente.
Tú te sientas a la orilla de los caminos
a esperar a tus amantes como un árabe en el desierto.
Has contaminado la tierra
con tu prostitución y tu maldad.
3 Por eso han desaparecido las lluvias refrescantes,
y ya no llega la lluvia de primavera.
Te ves tan descarada como una prostituta
que no tiene vergüenza alguna.
4 Pero ahora me dices:
“Padre, tú eres el compañero de mi juventud,
5 ¿vas a seguir enojado?
¿Te va a durar el enojo para siempre?”
Y mientras lo dices,
haces todo el mal que puedes».
18 Al ver Simón que el Espíritu Santo se daba cuando Pedro y Juan imponían las manos, les ofreció dinero a los apóstoles 19 y les dijo:
—Denme ese poder para que a quien yo le imponga las manos reciba el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le respondió:
—¡Púdrete con tu dinero! ¿Pensaste que podías comprar el don de Dios? 21 No tienes arte ni parte en nuestro trabajo porque Dios sabe que tienes la mente retorcida. 22 ¡Abandona tu maldad! Pídele al Señor que perdone tus malas intenciones. 23 Veo que estás lleno de amargura y de envidia, vives atado por el pecado.
24 Entonces Simón contestó:
—Pidan por mí al Señor, para que no me pase nada de lo que ustedes han dicho.
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