Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
113 ¡Aleluya!
Alaben, siervos del Señor,
alaben el nombre del Señor.
2 Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
3 Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
4 El Señor domina sobre todas las naciones;
su gloria está sobre los cielos.
5 ¿Quién como el Señor nuestro Dios,
que tiene su trono en las alturas
6 y se inclina para contemplar los cielos y la tierra?
7 Él levanta del polvo al pobre
y saca del basurero al necesitado;
8 para hacerlos sentar entre príncipes,
entre los príncipes de su pueblo.
9 A la mujer estéril le da un hogar
y le concede la dicha de ser madre de hijos.
¡Aleluya!
28 La joven corrió hasta la casa de su madre y allí contó lo que le había sucedido. 29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente. 30 Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su hermana, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos.
31 —¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos!
32 El criado entró en la casa. Enseguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. 33 Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:
—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.
—Habla con toda confianza —respondió Labán.
34 —Yo soy criado de Abraham —comenzó él—. 35 El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36 Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene. 37 Mi amo me hizo jurar y me dijo: “No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito. 38 Al contrario, irás a la familia de mi padre y le buscarás una esposa entre las mujeres de mis parientes”.
39 »Yo pregunté a mi amo: “¿Y si la mujer no acepta venir conmigo?”.
40 »Él me respondió: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo y hará prosperar tu viaje. De esa forma, conseguirás para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre. 41 Solo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven”.
42 »Cuando hoy llegué a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje.
16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura 17 y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde estaba escrito:
18 «El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas noticias a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
19 a pregonar el año del favor del Señor».[a]
20 Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente 21 y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes».
22 Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras[b] que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.
23 Jesús continuó: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”. 24 Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra. 25 No cabe duda de que en tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y medio, de manera que hubo una gran hambre en toda la tierra, muchas viudas vivían en Israel. 26 Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón. 27 Así mismo, había en Israel muchos con alguna enfermedad de la piel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio».
28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron. 29 Se levantaron, lo expulsaron del pueblo y lo llevaron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para tirarlo por el precipicio. 30 Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Used by permission. All rights reserved worldwide.