Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Alabaré al Señor toda mi vida
1 ¡Aleluya!
¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!
2 Alabaré al SEÑOR toda mi vida.
Mientras yo esté vivo, entonaré canciones en honor al SEÑOR.
3 No pongan su confianza en los poderosos;
ellos no son más que simples seres humanos
que no tienen poder para salvar.
4 Ellos también morirán, volverán al polvo,
y ese mismo día todos sus planes acabarán.
5 Afortunado el que recibe ayuda del Dios de Jacob;
el que confía en el SEÑOR su Dios.
6 Él creó el cielo, la tierra y los mares
y todo lo que habita en ellos;
él sigue fiel para siempre.
7 El SEÑOR hace justicia a los oprimidos,
alimenta a los que tienen hambre
y libera a los prisioneros.
8 El SEÑOR da la vista a los ciegos;
el SEÑOR ayuda a los que están en dificultades;
el SEÑOR ama a los justos.
9 El SEÑOR protege a los inmigrantes,
cuida a los huérfanos y a las viudas
y les amarga la vida a los perversos.
10 El SEÑOR reinará eternamente.
Sion, tu Dios reinará de generación en generación.
¡Aleluya!
10 Rut se postró rostro en tierra y le dijo:
—Estoy sorprendida de que usted tan siquiera haya notado que estoy aquí. Soy una extranjera, ¿por qué es usted tan amable conmigo?
11 Booz le respondió:
—Me han contado una y otra vez todo el bien que le has hecho a tu suegra después de que murió su esposo. Dejaste a tus padres y a tu patria para venir con ella a estar entre gente que no conocías. 12 ¡Que el SEÑOR te lo pague! Que el SEÑOR Dios de Israel te bendiga ricamente porque has venido a refugiarte bajo sus alas.
13 Ella contestó:
—Usted ha sido muy amable conmigo, me ha hecho sentir bienvenida, y eso que ni siquiera soy una de sus siervas.
14 A la hora del almuerzo, Booz le dijo a Rut:
—Ven aquí y come con nosotros. Toma pan y úntale un poco de salsa de vinagre.
Entonces ella se sentó junto a los trabajadores. Luego él le dio un poco de grano tostado. Ella comió hasta que estuvo satisfecha e incluso le sobró algo.
Historia del buen samaritano
25 Entonces un experto de la ley se levantó para probar a Jesús:
—Maestro, ¿qué tengo que hacer para tener vida eterna?
26 Entonces Jesús le dijo:
—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lo entiendes?
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”[a] y “ama a tu semejante como te amas a ti mismo”.[b]
28 Entonces Jesús le dijo:
—Tienes razón, hazlo y vivirás.
29 Pero como quería demostrar que su manera de vivir era correcta, le dijo a Jesús:
—¿Y quién es mi semejante?
30 Jesús le respondió:
—Un hombre iba de Jerusalén a Jericó. Unos ladrones lo rodearon, le quitaron la ropa, lo golpearon y lo dejaron medio muerto. 31 Dio la casualidad que venía un sacerdote por el mismo camino. Cuando vio al hombre, siguió por otro lado. 32 De la misma manera, un levita pasó por el mismo lugar, vio al hombre, pero también siguió por otro lado. 33 Pero un samaritano que viajaba por ahí llegó a donde estaba el hombre, y al verlo se compadeció de él. 34 Entonces se acercó al hombre, derramó aceite y vino en las heridas y las vendó. Luego lo montó en su animal de carga y lo llevó a una pequeña posada donde lo cuidó. 35 Al siguiente día, el samaritano le dio dos monedas de plata al encargado de la posada y le dijo: “Cuídalo, y si se necesita más, te pagaré cuando regrese”. 36 ¿Cuál de los tres crees tú que fue el semejante del hombre que estaba medio muerto en el camino?
37 El experto de la ley le contestó:
—El que tuvo compasión de él.
Entonces Jesús le dijo:
—Ve y haz tú lo mismo.
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