Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Pacto de Dios con David
Masquil de Etán ezraíta.(A)
89 Por siempre alabaré la misericordia del Señor;
de una generación a otra, mis labios exaltarán tu fidelidad.
2 Por siempre afirmaré que tu misericordia
se mantendrá firme en los cielos,
y que en ellos se afirmará tu verdad.
3 Tu dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido.
A mi siervo David le hice este juramento:
4 “Confirmaré tu descendencia para siempre,
y afirmaré tu trono por todas las generaciones.”»(B)
19 En una visión a tus santos,
y dijiste: «He brindado mi apoyo a un guerrero;
he escogido a un joven de mi pueblo.
20 He encontrado a mi siervo David,(A)
y lo he ungido con mi santa unción.(B)
21 Mi mano estará siempre con él;
mi brazo siempre lo fortalecerá.
22 No lo sorprenderá el enemigo,
ni le hará daño ningún malvado;
23 más bien, él derrotará a sus enemigos
y herirá de muerte a los que lo aborrecen.
24 Mi verdad y misericordia estarán con él,
y su poder será exaltado en mi nombre.
25 Con su mano izquierda dominará sobre el mar,
y con su mano derecha dominará sobre los ríos.
26 Él me dirá: “Tú eres mi padre.
Eres mi Dios, la roca de mi salvación”,
2 En Sorá, poblado de la tribu de Dan, había un hombre llamado Manoa, que no tenía hijos porque su mujer era estéril. 3 Cierto día, un ángel del Señor se le apareció a su mujer y le dijo:
«Es un hecho que eres estéril, y que nunca has tenido hijos. Pero vas a quedar embarazada y darás a luz un hijo. 4 Sólo que tú no debes beber vino ni sidra, ni comer nada que sea impuro. 5 Al hijo que vas a concebir y dar a luz no debes cortarle nunca el cabello, porque desde antes de nacer el niño estará consagrado a Dios como nazareo,(A) y él comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos.»
6 La mujer fue y le contó a su marido lo sucedido. Le dijo:
«Un varón de Dios vino a hablar conmigo. Su aspecto era tan impresionante y temible que parecía un ángel de Dios. Yo no le pregunté quién era, ni de dónde venía, ni tampoco él me reveló su nombre. 7 Lo que sí me dijo, fue: “Vas a quedar embarazada y darás a luz un hijo. Así que tú no debes beber vino ni sidra, ni comer nada que sea impuro, porque desde antes de nacer, y hasta que muera, este niño estará consagrado a Dios como nazareo.”»
8 Manoa oró entonces al Señor, y dijo:
«Mi Señor, yo te ruego que venga otra vez ese varón que enviaste, para que nos diga qué es lo que debemos hacer con el niño que va a nacer.»
9 Dios escuchó los ruegos de Manoa, y su ángel volvió a ver a la esposa de Manoa mientras ésta se hallaba en el campo. Manoa no estaba con ella. 10 Entonces la esposa corrió a decirle a su marido:
«¡Ven, que se me ha aparecido otra vez el varón que me habló el otro día!»
11 Manoa se levantó y siguió a su mujer, y le preguntó al varón:
«¿Eres tú quien habló con mi esposa?»
Y el varón respondió:
«Sí, yo soy.»
12 Entonces Manoa dijo:
«Cuando se cumpla tu promesa a mi esposa, ¿cómo debemos educar al niño, y qué tenemos que hacer con él?»
13 Y el ángel del Señor le respondió:
«Tu esposa debe abstenerse de todo lo que yo le dije. 14 No tomará nada que provenga de la vid; no beberá vino ni sidra, ni comerá nada que sea impuro. Debe abstenerse de todo lo que le ordené.»
15 Manoa le dijo al ángel del Señor:
«Por favor, permítenos detenerte un poco. Queremos prepararte un cabrito.»
16 Pero el ángel del Señor respondió:
«Aun cuando me quedara, no comeré nada de lo que me ofrezcas. Si quieres ofrecer un holocausto, ofrécelo al Señor.»
Como Manoa no sabía que estaba ante el ángel del Señor, 17 le preguntó:
«¿Cómo te llamas? Así podremos honrarte cuando se cumpla tu promesa.»
18 Pero el ángel del Señor respondió:
«¿Por qué me preguntas cómo me llamo? ¿No sabes que mi nombre es inefable?»
19 Entonces Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció al Señor sobre una peña; el ángel, por su parte, realizó un milagro frente a Manoa y su mujer. 20 Y sucedió que, al elevarse al cielo la llama que ardía sobre el altar, el ángel se elevó junto con la llama. Entonces ellos se postraron en tierra, 21 y el ángel del Señor no se les volvió a aparecer.
Cuando Manoa se dio cuenta de que era el ángel del Señor, 22 le dijo a su mujer:
«Seguramente vamos a morir, porque hemos visto a Dios.»
23 Pero su mujer le respondió:
«Si el Señor quisiera matarnos, no hubiera aceptado el holocausto ni la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todo esto, y tampoco nos hubiera anunciado esto.»
24 Y la esposa de Manoa tuvo un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño crecía, y el Señor lo bendecía.
División entre la gente
40 Algunos de la multitud, al oír estas palabras, decían: «En verdad, éste es el profeta.» 41 Otros decían: «Éste es el Cristo.» Pero algunos otros decían: «¿Y de Galilea habría de venir el Cristo? 42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén,(A) de donde era David?» 43 Y por causa de él hubo disensión entre la gente. 44 Algunos de ellos querían aprehenderlo; pero ninguno le puso la mano encima.
¡Nunca nadie ha hablado así!
45 Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» 46 Los guardias respondieron: «¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!» 47 Pero los fariseos les respondieron: «¿También ustedes han sido engañados? 48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? 49 Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición.» 50 Nicodemo, que había ido a hablar con Jesús de noche(B) y era uno de ellos, les dijo: 51 «¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oírlo y sin saber lo que ha hecho?» 52 Los fariseos le respondieron: «¿Qué, también tú eres galileo? Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.»
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas