Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
1 Dichosos todos aquellos que no siguen el consejo de los malvados, ni se detienen en la senda de los pecadores, ni cultivan la amistad de los blasfemos, 2 sino que se deleitan en la ley del Señor, la meditan día y noche. 3 Son como árboles junto a las riberas de un río, que no dejan de dar delicioso fruto cada estación. Sus hojas nunca se marchitan y todo lo que hacen prospera.
4 ¡Qué distinto el caso de los malvados! Son como la paja que el viento arrastra. 5 Por eso, los malvados no se sostendrán en el juicio, ni serán contados entre los buenos.
6 Porque el Señor protege los pasos de los justos; pero los pasos de los impíos conducen a la perdición.
Dichos de Agur
30 Dichos de Agur, hijo de Jaqué. Oráculos. Palabras de este varón:
2 Oh Dios, estoy cansado y agotado. Soy el más ignorante de los hombres; me falta discernimiento humano.
3 No he conocido la sabiduría, ni tampoco conozco al Dios santo. 4 ¿Quién ha subido y bajado del cielo? ¿Quién retiene el viento en su puño o envuelve el mar en su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Quién sabe su nombre y el de su hijo? Dímelo si lo sabes.
5 Toda palabra de Dios es verdadera. Él protege a los que acuden a él en busca de protección. 6 No añadas nada a sus palabras para que no te reprenda y te haga quedar como un mentiroso.
7 Oh Señor, dos cosas te pido antes de morir, no me las niegues: 8 Aparta de mí la mentira y la falsedad, no me des ni pobreza ni riquezas, dame sólo el pan de cada día. 9 Porque si tengo mucho, quizá te desconozca y diga: ¿Quién es el Señor? Y si tengo poco, quizá robe y deshonre así tu santo nombre.
10 Jamás ofendas al esclavo delante de su amo, o él te maldecirá y sufrirás las consecuencias.
2 Hermanos, cuando me presenté ante ustedes para comunicarles el mensaje de Dios no empleé palabras elegantes ni conceptos profundos, 2 porque me había propuesto hablar sólo de Jesucristo y de su muerte en la cruz. 3 Me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. 4 Mi predicación no tuvo oratoria y sabiduría humanas, sino que el Espíritu la respaldaba con poder. 5 Prediqué así porque deseaba que la fe que naciera en ustedes dependiera del poder de Dios, no de la sabiduría de los seres humanos.
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