Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo de David.
35 Señor, defiéndeme de los que me atacan; combate a los que me combaten. 2 Ponte tu armadura, toma tu escudo y acude en mi ayuda. Protégeme poniéndote enfrente. 3 Empuña tu lanza y tu jabalina en mi defensa, haz frente a mis perseguidores. Quiero oírte decir: Yo soy tu salvación. 4 Afrenta a quienes intentan matarme; recházalos y confúndelos. 5 Espárcelos con tu soplo como paja en el viento; viento que el ángel del Señor envía. 6 Haz oscuro y resbaladizo el camino de ellos; que el ángel del Señor los persiga. 7 Pues aunque ningún mal les hice, me tendieron una trampa y aunque ningún mal les hice, cavaron una fosa para mí. 8 Que les sobrevenga ruina súbita. Que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos cavaron para mí.
9 Pero yo me regocijaré en el Señor. Él me librará. 10 De lo profundo de mi corazón sube esta alabanza: «¿Quién como tú, Señor? ¿Qué otro protege del fuerte al débil y desvalido, y al pobre y menesteroso de quienes desean despojarlos?».
Carta a los exiliados
29 Después que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor a Babilonia el rey Jeconías, la reina madre, los dignatarios de la corte, los jefes de las tribus y los obreros calificados, 2 Jeremías les escribió una carta desde Jerusalén, dirigida a los consejeros judíos, a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo. 3 Envió la carta con Elasá, hijo de Safán, y con Guemarías, hijo de Jilquías, cuando ellos fueron a Babilonia como embajadores del rey Sedequías ante Nabucodonosor. Y la carta decía así:
4 «El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, envía este mensaje a todos los cautivos que ha desterrado de Jerusalén a Babilonia:
5 »Edifiquen casas y piensen en quedarse; planten viñas, porque se quedarán allí muchos años. 6 Cásense y tengan hijos e hijas, y luego búsquenles consorte y tengan muchos nietos y nietas. ¡Multiplíquense! ¡No mermen! 7 Y trabajen por la prosperidad y paz de Babilonia. Oren por ella, porque si Babilonia tiene paz, la tendrán ustedes.
8 »El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice también: No permitan que los falsos profetas y agoreros que hay entre ustedes los engañen. No hagan caso de los sueños que inventan, 9 porque profetizan mentiras en mi nombre. Yo no los envié, dice el Señor. 10 La verdad es esta: Pasarán en Babilonia setenta años. Pero entonces vendré y haré por ustedes todas las cosas buenas que he prometido y los conduciré de regreso a su patria. 11 Pues conozco los planes que para ustedes tengo, dice el Señor. Son planes de bien y no de mal, para darles un futuro y una esperanza. 12 En aquellos días cuando oren, yo escucharé. 13 Me hallarán cuando me busquen, si con toda sinceridad me buscan.
14 »Sí, dice el Señor, me hallarán y yo pondré fin a su esclavitud y restauraré su fortuna y los reuniré de entre las naciones a donde los esparcí y los traeré de regreso a su casa y a su patria.
Liberación de un endemoniado
5 Cuando llegaron al otro lado del lago, a la tierra de Gerasa, 2 en cuanto Jesús puso pie en tierra, un endemoniado salió del cementerio y se le acercó.
3-4 Vivía entre los sepulcros y tenía tanta fuerza que, cada vez que lo encadenaban de pies y manos, rompía las cadenas y se iba. Nadie tenía fuerza suficiente para dominarlo. 5 Día y noche vagaba solitario por los sepulcros y los montes gritando e hiriéndose con piedras afiladas. 6 Cuando vio a lo lejos que Jesús se acercaba, corrió a su encuentro, cayó de rodillas ante él 7 y gritó con fuerza:
―¿Qué tienes contra mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te suplico por Dios que no me atormentes!
8-9 ―¡Sal de este hombre, espíritu inmundo! —le ordenó Jesús; y luego le preguntó:
―¿Cómo te llamas?
El demonio le respondió:
―Legión, porque somos muchos.
10 Los demonios le suplicaron que no los enviara lejos de aquella región.
11 Y como había por allí, cerca del cerro, un enorme hato de cerdos comiendo, 12 le suplicaron los demonios:
―Envíanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos.
13 Al asentir Jesús, los espíritus inmundos salieron del hombre y entraron en los cerdos, que se precipitaron al lago por un despeñadero y se ahogaron. Eran como dos mil animales.
14 Los que cuidaban los cerdos corrieron a dar la noticia en la ciudad y en los campos, y la gente salió a ver lo que había sucedido. 15 Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado allí, vestido y en su pleno juicio, al que había estado endemoniado. Y les dio mucho miedo.
16 Al contarles los testigos presenciales lo ocurrido, 17 le pidieron a Jesús que se fuera de allí.
18 Jesús ya iba a regresar en la barca cuando se le acercó el que había estado endemoniado y le suplicó que lo dejara ir con él. 19 Pero Jesús le dijo:
―No. Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales las maravillas que el Señor ha hecho contigo, y cómo tuvo misericordia de ti.
20 Aquel hombre recorrió la Decápolis contando las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y la gente se maravillaba al oírlo.
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