Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
64 El pueblo de Israel continuó su oración: ¡Oh, que surgieras de los cielos y descendieras a la tierra! ¡Cómo se estremecerían los montes en tu presencia! 2 El fuego consumidor de tu gloria abrasaría los bosques y haría hervir los océanos hasta secarlos. Ante ti temblarían las naciones; entonces tus enemigos sabrían dar razón de tu fama.
3 Así fue antiguamente cuando tú descendiste, pues realizaste obras portentosas, superiores a nuestras más grandes esperanzas, ¡y cómo temblaron los montes! 4 Porque desde que el mundo es mundo nadie vio ni oyó jamás de un Dios como el nuestro, que se manifiesta en favor de los que en él confían. 5 Acoges con agrado a quienes alegremente hacen el bien, a quienes van por sendas santas. Pero no somos santos; somos y hemos sido pecadores toda la vida. Por lo tanto, tu ira pesa sobre nosotros. ¿Cómo podrán salvarse las personas que son como nosotros?
6 Estamos completamente contaminados e inmundos de pecado. Todas nuestras buenas obras son como inmundos harapos. Como hojas de otoño nos decoloramos, nos marchitamos y caemos. Como viento, nos arrastran nuestros pecados. 7 Y, sin embargo, nadie invoca tu nombre ni te suplica misericordia. A causa de ello, tú te has apartado de nosotros y nos has abandonado por nuestra maldad.
8 ¡Y no obstante, oh Señor, tú eres nuestro Padre! Somos la arcilla y tú el alfarero: todos fuimos modelados por tu mano. 9 ¡Ay, no estés tan airado con nosotros, Señor, ni recuerdes para siempre nuestros pecados! Mira y ve que todos somos pueblo tuyo.
Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf.
80 Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que reinas sobre los querubines, ¡escucha mi súplica! ¡Muestra tu poder y resplandeciente gloria! 2 ¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!
3 Restaúranos, oh Dios. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos. 4 Oh Señor, Todopoderoso, ¿hasta cuándo estarás enojado contra nosotros y rechazarás nuestras oraciones? 5 Por comida, nos has dado tristeza; por bebida, nos has dado lágrimas en abundancia, 6 y nos has hecho despreciables para las naciones vecinas. Ellas se ríen.
7 Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Derrama sobre nosotros tu mirada; sólo entonces seremos salvos.
17 Fortalece al que amas, al hijo elegido por ti, 18 y jamás te volveremos a abandonar. Revívenos para que volvamos a invocar tu nombre.
19 Vuélvenos de nuevo a ti, oh Dios Todopoderoso. Míranos con rostro resplandeciente; sólo entonces seremos salvos.
3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen en ustedes su amor y su paz.
Acción de gracias
4 No ceso de dar gracias a Dios que les concedió su amor por medio de Cristo. 5 Unidos a Cristo, ustedes se han llenado de toda riqueza, tanto en el hablar como en el conocimiento. 6 Todo lo que les dije de Cristo se ha confirmado en ustedes, 7 porque no les falta ya ningún don espiritual, mientras esperan con ansias el regreso de nuestro Señor Jesucristo.
8 Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que nadie los pueda culpar de nada en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9 Dios siempre cumple su palabra, y él los llamó a vivir unidos a su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
24 »En aquellos días, después de esa tribulación, tanto el sol como la luna dejarán de brillar; 25 las estrellas caerán del cielo y los otros cuerpos celestes serán sacudidos. 26 Entonces verán al Hijo del hombre venir en las nubes con gran poder y gloria. 27 Él enviará a sus ángeles para que reúnan a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 »Aprendan esta lección de la higuera: Cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan sus hojas, ustedes se dan cuenta de que el verano está cerca. 29 Será lo mismo cuando vean que suceden estas cosas: ustedes se darán cuenta de que el tiempo está cerca, a las puertas. 30 Les aseguro que todas estas cosas sucederán antes que está generación se acabe. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras nunca pasarán.
Se desconocen el día y la hora
32 »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente el Padre lo sabe. 33 Por eso, estén alertas y vigilen, porque ustedes no saben cuándo llegará ese tiempo.
34 »Es como cuando un hombre se va de viaje y, al marcharse, deja su casa al cuidado de sus criados. A cada uno le deja una tarea y le ordena al portero que vigile. 35 Así que, ustedes manténganse despiertos, porque no saben cuándo va a regresar el señor de la casa. No saben si volverá al atardecer, a la media noche, al canto del gallo o al amanecer. 36 Por eso deben mantenerse alertas, no sea que venga de repente y los encuentre durmiendo. 37 Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Manténganse vigilantes!».
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