Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Cántico de los peregrinos.
128 Dichosos todos los que temen al Señor, y siguen sus caminos. 2 Disfrutarás el fruto de tu trabajo; gozarás de dicha y prosperidad.
3 En tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas alrededor de tu mesa, tus hijos serán jóvenes olivos. 4 Esa es la recompensa de Dios para los que le temen.
5 Que el Señor te bendiga desde Sion, y que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. 6 Que vivas para ver a tus nietos. ¡Que haya paz en Israel!
Monumento conmemorativo
4 Cuando el pueblo terminó de cruzar el río, el Señor le dijo a Josué: 2-3 Elijan a doce hombres, uno de cada tribu de Israel y diles: tomen una piedra del lugar donde están parados los sacerdotes, en medio del Jordán, y llévenlas hasta el lugar donde acamparán esta noche.
4 Josué llamó a los doce hombres 5 y les dijo: «Vayan al centro del Jordán donde está el cofre. Cada uno de ustedes tomará una piedra y la sacará en hombros, doce en total, una por cada tribu. 6 Las usaremos para levantar un monumento a fin de que en el futuro, cuando sus hijos pregunten por qué está aquí este monumento, 7 puedan decirles: “Es para recordar que el río Jordán dejó de correr cuando el cofre de Dios lo cruzó”. El monumento será para el pueblo de Israel un recuerdo permanente de este asombroso milagro».
8 Enseguida los hombres hicieron como Josué les había ordenado. Sacaron doce piedras del río Jordán, una por cada tribu, como el Señor le había ordenado a Josué, y las llevaron al lugar donde iban a acampar durante la noche y levantaron un monumento. 9 Josué también levantó otro monumento de doce piedras en el centro del río, en el lugar donde estaban de pie los sacerdotes. Y están allí hasta el día de hoy.
10 Los sacerdotes que transportaban el cofre estuvieron en medio del río hasta que se cumplieron todas las órdenes que el Señor le había dado a Josué por medio de Moisés. Mientras tanto, el pueblo había cruzado el río. 11 Cuando todos habían pasado, el pueblo observó a los sacerdotes mientras transportaban el cofre y salían del río.
12-13 Los varones de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, completamente armados como Moisés había ordenado, formados por cuarenta mil hombres, precedieron a las otras tribus del Señor en su marcha por las llanuras de Jericó.
14 En ese día el Señor engrandeció a Josué ante los ojos de todo Israel, y ellos lo respetaron todos los días de su vida de la misma manera que habían hecho con Moisés. 15 El Señor le dijo, entonces, a Josué: 16 «Diles a los sacerdotes que salgan del Jordán». 17 Entonces, Josué dio la orden, 18 y en cuanto los sacerdotes salieron del lecho del Jordán el agua comenzó a correr como de costumbre y se desbordaba por las orillas como antes. 19 Este milagro ocurrió el veinticinco de marzo. Ese día Israel cruzó el río Jordán y acampó en Guilgal al este de la ciudad de Jericó; 20 y allí se levantó el monumento con las doce piedras del río Jordán.
21 Josué explicó nuevamente el propósito de las piedras: «En el futuro, cuando sus descendientes pregunten “por qué están aquí estas piedras, y qué significan”, 22 ustedes les dirán que estas piedras están puestas aquí para recordarnos que toda la nación de Israel cruzó el río Jordán sobre tierra seca. 23 Les dirán que nuestro Dios secó el río delante de sus ojos y lo mantuvo seco hasta que todos cruzamos, como lo hizo antes con el Mar Rojo. 24 Él hizo esto para que todas las naciones de la tierra comprendan que el Señor es el Dios Todopoderoso. Por lo tanto, debemos adorarlo para siempre».
13 Por eso, no dejamos de dar gracias a Dios, pues cuando les predicamos la palabra de Dios, ustedes la oyeron y la aceptaron, no como si fuera palabra de hombres, sino como lo que realmente es: palabra de Dios. Y esta palabra los transforma a ustedes los creyentes. 14 Ustedes, hermanos, sufrieron a manos de sus compatriotas, igual que las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea sufrieron a manos de los judíos. Ustedes siguieron su ejemplo. 15 Estos judíos mataron al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos echaron fuera. No hacen lo que a Dios le agrada y están en contra de todos, 16 pues tratan de que nosotros no anunciemos el mensaje de salvación a los que no son judíos. Así llegan siempre al colmo de su pecado. Pero Dios los castigará duramente.
Pablo anhela ver a los tesalonicenses
17 Hermanos, aunque nos separamos físicamente de ustedes por algún tiempo, siempre los llevábamos en nuestro corazón, e hicimos todo lo posible por ir a verlos. 18 Quisimos visitarlos; yo mismo, Pablo, lo intenté más de una vez, pero Satanás nos lo impidió. 19 Después de todo, cuando el Señor Jesús regrese, ¿de qué estaremos orgullosos o alegres? ¿Cuál será nuestra esperanza? Si no son ustedes, ¿quién será? 20 Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría.
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