Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Oración de David.
86 Inclínate y escucha mi oración, y respóndeme, porque necesito tu ayuda.
2 Protégeme pues te soy fiel. Sálvame, porque a ti te sirvo y en ti confío; tú eres mi Dios. 3 Ten piedad, oh Señor, pues en ti espero continuamente. 4 Dame la felicidad, Señor, pues mi vida depende de ti. 5 ¡Oh Señor, qué bueno y perdonador eres; qué gran amor tienes por todos los que te piden ayuda!
6 Escucha atentamente mi oración, oh Dios. Escucha mi urgente clamor. 7 A ti clamaré cuando me llegue la angustia, y tú me responderás.
8 Señor, no hay entre dioses paganos un Dios como tú, ni hay milagros como los tuyos. 9 Todas las naciones que has creado vendrán y se inclinarán ante ti, Señor, y alabarán tu grande y santo nombre. 10 Porque tú eres grande y haces grandes maravillas. Sólo tú eres Dios.
Jacob vuelve a Betel
35 Dios le dijo a Jacob: «Regresa a Betel y quédate allí. Al llegar construirás un altar para adorar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú».
2 Jacob entonces ordenó a su familia y a toda la gente que estaba con él que destruyeran los ídolos que habían traído consigo, que se purificaran ceremonialmente y que se pusieran ropa limpia. 3 Además les dijo: «Nos vamos a Betel. Allí voy a construir un altar al Dios que respondió a mis oraciones en el día en que estaba angustiado, y me acompañó en todo el viaje».
4 Entonces todos le entregaron sus ídolos y los aretes que llevaban en las orejas. Jacob agarró todo esto y lo enterró bajo la encina que estaba cerca de Siquén.
Persiguen a los apóstoles
17 El sumo sacerdote y sus colegas de la secta de los saduceos reaccionaron con envidia, 18 y arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y los sacó de allí.
20 ―Vayan al templo y prediquen acerca de la Vida —les ordenó el ángel.
21 Llegaron, pues, al templo al rayar el día, e inmediatamente se pusieron a enseñar.
Aquella misma mañana el sumo sacerdote llegó con los que estaban con él y, tras reunir al concilio y a todos los ancianos de Israel, ordenó que trajeran de la cárcel a los apóstoles. 22 Pero cuando los guardias llegaron a la cárcel no los encontraron allí, y regresaron a notificarlo.
23 ―Las puertas de la cárcel estaban cerradas —dijeron— y los guardias estaban fuera, pero al abrir la puerta no encontramos a nadie.
24 Después de escuchar esto, el jefe de la guardia y los principales sacerdotes estaban confundidos y se preguntaban a dónde iría a parar todo aquello. 25 En ese preciso instante, llegó uno con la noticia de que los prisioneros estaban en el templo enseñándole al pueblo. 26 El jefe de la guardia corrió con los alguaciles a arrestarlos, sin hacer uso de la fuerza, por temor a que el pueblo los apedreara.
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