Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 16 (15)
Tú me muestras el camino de la vida
16 Poema de David.
Dios, protégeme, que en ti confío.
2 Dijiste al Señor: “Tú eres mi dueño,
mi felicidad está en ti”.
3 En cuanto a las divinidades de esta tierra:
esos poderes que tanto me complacían,
4 esos muchos ídolos tras los que corren,
yo no les ofreceré sacrificios
ni pronunciaré su nombre con mis labios.
5 El Señor es la parte de mi herencia y mi copa,
tú eres quien diriges mi destino.
6 Me ha tocado una buena porción,
mi heredad me deleita.
7 Bendeciré al Señor que me aconseja,
aún de noche me remuerde mi conciencia.
8 Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no sucumbiré.
9 Por eso se alegra mi corazón,
mi interior se regocija,
todo mi ser descansa tranquilo,
10 pues no me abandonarás
en el reino de los muertos,
no permitirás que tu fiel vea la tumba.
11 Tú me muestras el camino de la vida,
junto a ti abunda la alegría,
a tu lado el gozo no tiene fin.
Bendición y teofanía
22 Luego Aarón, alzando sus manos hacia el pueblo, lo bendijo; y después de hacer la ofrenda de purificación, el holocausto y el sacrificio de comunión, descendió del altar.
23 Moisés y Aarón entraron en la Tienda del encuentro; cuando salieron, bendijeron al pueblo y la gloria del Señor se manifestó a todo el pueblo. 24 Salió fuego de la presencia del Señor y consumió el holocausto y la grasa que estaba sobre el altar. Al verlo, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y se postraron rostro en tierra.
Normas adicionales (10,1-20)
Nadab y Abihú
10 Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron sus incensarios, pusieron en ellos incienso sobre brasas encendidas y ofrecieron ante el Señor un fuego indebido que el Señor nunca les había ordenado. 2 Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante el Señor. 3 Moisés dijo a Aarón:
— Esto es lo que había decretado el Señor, cuando dijo: “Mostraré mi santidad a los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”.
Aarón, por su parte, permaneció callado.
4 Luego Moisés llamó a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo:
— Vengan, retiren a sus hermanos de delante del santuario y llévenlos fuera del campamento.
5 Ellos vinieron y, vestidos aún con sus túnicas, los sacaron fuera del campamento tal como les había ordenado Moisés. 6 Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar:
— No se suelten el pelo ni rasguen sus ropas en señal de duelo, para que no mueran ni se desate la ira del Señor sobre toda la comunidad. Serán todos los demás israelitas, los hermanos de ustedes, los que podrán lamentarse por el incendio que el Señor envió. 7 No se aparten de la entrada de la Tienda del encuentro, no sea que mueran, pues llevan con ustedes la unción del Señor.
Y ellos hicieron lo que Moisés les mandó.
Conducta de los sacerdotes
8 El Señor dijo a Aarón:
9 — Ni tú ni tus hijos deberán beber vino ni cualquier otro licor cuando entren en la Tienda del encuentro, pues de lo contrario morirán. Es esta una norma perpetua para sus descendientes 10 a fin de poder discernir entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro, 11 y para enseñar a los israelitas todos los preceptos que el Señor les ha transmitido por medio de Moisés.
5 Ustedes son los que tienen que ponerse a prueba y someterse a examen, a ver si se mantienen en la fe. Y si reconocen que Cristo no vive en ustedes, será tanto como no superar la prueba. 6 Espero que reconozcan, sin embargo, que nosotros sí la hemos superado.
7 Suplicamos a Dios que no hagan nada malo. No con el fin de que aparezca que somos nosotros quienes tenemos la razón, sino para que ustedes se porten bien aunque nosotros demos la impresión de no haber superado la prueba. 8 Pues si tenemos algún poder, no es para utilizarlo contra la verdad, sino en favor de la verdad. 9 Lo que nos alegra es que ustedes se encuentren fuertes, aunque nosotros parezcamos débiles; lo que pedimos es que se corrijan. 10 Por eso les escribo en estos términos estando ausente, para que, cuando esté presente, no me vea obligado a proceder con dureza, utilizando un poder que el Señor me ha confiado para construir y no para derribar.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España