Revised Common Lectionary (Complementary)
Al director musical. Masquil de David, cuando Doeg el edomita fue a informarle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ajimélec».
52 Tú te las das de héroe, ¿verdad? Te alabas por este crimen que cometiste contra el pueblo de Dios. 2 Todo el día tramas destrucción. Tu lengua como navaja afilada, es experta en decir mentiras. 3 ¡Amas la perversidad más que el bien! ¡Y la mentira más que la verdad! 4 Te gusta decir lo que causa daño a los demás, mentiroso.
5 Pero Dios te derribará de un golpe; te echará de tu casa; a rastras te sacará de la tierra de los vivientes. 6 Los justos lo verán y se asombrarán. Entonces reirán y dirán: 7 «Miren lo que les ocurre a quienes desprecian a Dios, confían en su riqueza y se vuelven cada vez más atrevidos en su maldad».
8 Pero yo soy como olivo que florece en la casa del Señor. Confío en el gran amor de Dios para siempre jamás. 9 Señor, te alabaré eternamente por tus obras. Y esperaré tus misericordias, en la presencia de tu pueblo.
Lectura de la ley en el monte Ebal
30 Luego Josué construyó un altar al Señor Dios de Israel en el monte Ebal 31 de la manera que Moisés le había ordenado en el libro de la ley. «Hazme un altar de piedras que no hayan sido labradas ni talladas con hierro», había dicho el Señor. Entonces allí los israelitas ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz al Señor.
32 Y mientras el pueblo de Israel observaba, Josué grabó sobre las piedras del altar cada uno de los Diez Mandamientos. 33 Todo el pueblo de Israel, incluidos los ancianos, los oficiales, los jueces, y los extranjeros que vivían entre el pueblo se dividieron en dos grupos, la mitad de ellos al pie del monte Guerizín y la otra mitad al pie del monte Ebal. Entre ellos estaban de pie los sacerdotes con el cofre, listos para pronunciar la bendición. (Todo esto fue hecho de acuerdo con las instrucciones que Moisés había dejado). 34 Josué entonces les leyó todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de la ley de Dios. 35 Cada mandamiento que Moisés les había dado fue leído delante de toda la asamblea, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los extranjeros que vivían en medio de Israel.
El justo juicio de Dios
2 Por eso no tienes excusa alguna cuando juzgas a otros, pues cuando lo haces, te condenas a ti mismo, ya que cometes los mismos actos que ellos. 2 Y sabemos que Dios, en su verdad, castigará a cualquiera que actúe de esa forma.
3 ¿Acaso crees que Dios juzgará y condenará a los demás y te perdonará a ti que haces las mismas cosas? 4 ¿No te das cuenta de que por las riquezas de su generosidad, bondad y paciencia ha estado aguardando sin castigarte para darte tiempo a que te apartes de tus pecados?
5 Pero no le haces caso y, en consecuencia, estás almacenando contra ti mismo ira, por la terca dureza de tu corazón no arrepentido. Esa ira se manifestará el día en que Dios 6 le dará a cada uno el pago que se merece.
7 Dará la vida eterna a quienes con paciencia hacen el bien y buscan gloria, honra y vida eterna; 8 pero castigará con su ira a quienes luchan contra la verdad y cometen injusticias.
9 Habrá sufrimiento y angustia para toda persona que haga lo malo, tanto para los judíos como para los gentiles. 10 Mas habrá gloria, honra y paz para los que hacen lo bueno, lo mismo para los judíos que para los gentiles, 11 pues para Dios no hay favoritismos.
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