Revised Common Lectionary (Complementary)
18 Grabad en vuestro corazón y en vuestra alma estas palabras; atadlas a vuestra muñeca como un signo, ponedlas como una señal sobre vuestra frente. 19 Inculcádselas a vuestros hijos y habladles de ellas cuando estéis en casa y cuando vayáis de camino; cuando os acostéis y os levantéis. 20 Escríbelas en las jambas de tu casa y en tus puertas, 21 para que vuestra vida y la de vuestros descendientes dure en la tierra que el Señor prometió dar a tus antepasados tanto como el cielo se mantenga sobre la tierra.
26 Mirad, hoy os doy a elegir entre la bendición y la maldición: 27 la bendición, si cumplís los mandamientos que yo, el Señor vuestro Dios, os prescribo hoy; 28 la maldición, si desobedecéis los mandamientos del Señor vuestro Dios y os apartáis del camino que hoy os marco, para ir tras dioses extranjeros que no habéis conocido.
Salmo 31 (30)
Mi destino está en tus manos
31 Al maestro del coro. Salmo de David.
2 Señor, en ti confío,
que no quede jamás defraudado;
¡líbrame con tu fuerza salvadora!
3 Acerca hacia mí tu oído,
date prisa en socorrerme.
Sé para mí fortaleza protectora,
morada inaccesible que me salve,
4 pues tú eres mi bastión, mi baluarte;
honrando tu nombre, guíame y condúceme.
5 Libérame de la trampa que me tienden,
porque tú eres mi refugio.
19 Enmudezcan los labios mentirosos
que se insolentan contra el justo
llenos de orgullo y desprecio.
20 ¡Qué inmensa es la bondad
que reservas a quien te venera!
La ofreces a quienes en ti confían,
y todo el mundo es testigo.
21 Tu rostro los ampara y protege
de las conjuras humanas;
los resguardas en tu Tienda
de las lenguas pendencieras.
22 ¡Bendito sea el Señor
que me demostró su amor
en momentos de angustia!
23 Yo, azorado, llegué a pensar:
“Me has apartado de tu presencia”.
Pero tú oías mi voz suplicante
mientras a ti clamaba.
24 ¡Amad al Señor todos sus fieles!
El Señor cuida a quienes son leales
y a los arrogantes castiga con creces.
Tema central de la carta
16 No me avergüenzo de anunciar esta buena noticia, que es fuerza salvadora de Dios para todo creyente, tanto si es judío como si no lo es. 17 Por ella, en efecto, se nos revela esa fuerza salvadora de Dios mediante una fe en continuo crecimiento. Así lo dice la Escritura: Aquel a quien Dios restablece en su amistad por medio de la fe, alcanzará la vida.
22 Fuerza salvadora de Dios que alcanza a todos los creyentes por medio de la fe en Jesucristo. A todos sin distinción, 23 puesto que todos pecaron y todos están privados de la gloria divina. 24 Pero Dios, por su benevolencia, los restablece en su amistad de forma gratuita mediante la liberación realizada por Jesucristo, 25 a quien Dios ha hecho, para quienes creen en su muerte, instrumento de perdón. Así, cuando perdonó los pecados cometidos en el pasado, puso de manifiesto su fuerza salvadora, 26 ya que es un Dios indulgente. Pero es sobre todo en el momento presente cuando despliega su fuerza salvadora al ser el Dios salvador que salva a cuantos creen en Jesús.
27 ¿Dónde queda, pues, el orgullo humano? Ha sido desmantelado. Y no por la observancia de la ley, sino en razón de la fe. 28 Sostengo, en efecto, que Dios restablece en su amistad al ser humano mediante la fe y no por la observancia de la ley.
29 ¿Acaso Dios es solamente Dios de los judíos? ¿No lo es también de los demás pueblos? Sin duda que lo es también de los demás pueblos, 30 ya que existe un solo Dios que restablece en su amistad a todos los que tienen fe, tanto circuncisos como incircuncisos. 31 Pero ¿no estaremos destruyendo el valor de la ley al dar tanta fuerza a la fe? ¡De ningún modo! Más bien estamos consolidando la ley.
Entrar o no entrar en el reino de los cielos (Lc 6,46; 13,25-27)
21 No todos los que dicen: “Señor, Señor” entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en el día del juicio: “Señor, Señor, mira que en tu nombre hemos anunciado el mensaje de Dios, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros”. 23 Pero yo les contestaré: “Me sois totalmente desconocidos. ¡Apartaos de mí, pues os habéis pasado la vida haciendo el mal!”.
Parábola de los dos cimientos (Lc 6,47-49)
24 Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva. 25 Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva. 26 En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso. 27 Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total.
Conclusión del discurso
28 Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba profundamente impresionada por sus enseñanzas, 29 porque los enseñaba con verdadera autoridad y no como los maestros de la ley.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España