Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
141 A ti clamo, Señor; ven pronto a mí.
¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!
2 Que suba a tu presencia mi plegaria
como una ofrenda de incienso;
que hacia ti se eleven mis manos
como un sacrificio vespertino.
3 Señor, ponme en la boca un centinela;
un guardián a la puerta de mis labios.
4 No permitas que mi corazón se incline a la maldad,
ni que sea yo cómplice de iniquidades;
no me dejes participar en banquetes
en compañía de malhechores.
5 Que la justicia me golpee,
que el amor me reprenda;
que el ungüento de los malvados
no perfume mi cabeza,
pues mi oración está siempre
en contra de sus malas obras.
6 Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos,
sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.
7 Y dirán: «Así como se dispersa la tierra
cuando en ella se abren surcos con el arado,
así se han dispersado nuestros huesos
a la orilla del sepulcro».
8 En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos;
en ti busco refugio; no dejes que me maten.
9 Protégeme de las trampas que me tienden,
de las trampas que me tienden los malhechores.
10 Que caigan los impíos en sus propias redes,
mientras yo salgo bien librado.
14 El Señor me habló diciendo: 15 «Hijo de hombre, esto es lo que dicen los habitantes de Jerusalén en cuanto a tus hermanos, tus parientes y todo el pueblo de Israel: “Ellos se han alejado del Señor, y por eso se nos ha dado esta tierra en posesión”. 16 Por tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Aunque los desterré a naciones lejanas y los dispersé por países extraños, por un tiempo les he servido de santuario en las tierras adonde han ido”.
17 »Adviérteles también que así dice el Señor omnipotente: “Yo os reuniré de entre las naciones; os juntaré de los países donde habéis estado dispersos, y os daré la tierra de Israel. 18 Ellos volverán a su tierra y echarán de allí a los ídolos detestables y pondrán fin a las prácticas repugnantes. 19 Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne, 20 para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 21 Pero, a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas repugnantes, yo les pediré cuentas de su conducta. Lo afirma el Señor omnipotente”».
La gloria del Señor abandona Jerusalén
22 Los querubines desplegaron sus alas. Las ruedas estaban junto a ellos, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el cerro que está al oriente de Jerusalén. 24 En una visión, un viento me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión desapareció. 25 Entonces les comuniqué a los exiliados lo que el Señor me había revelado.
25 Por lo tanto, dejando la mentira, hablad cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. 26 «Si os enojáis, no pequéis».[a] No permitáis que el enojo os dure hasta la puesta del sol, 27 ni deis cabida al diablo. 28 El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.
29 Evitad toda conversación obscena. Por el contrario, que vuestras palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes las escuchan. 30 No agraviéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Abandonad toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. 32 Más bien, sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente, así como Dios os perdonó en Cristo.
5 Por tanto, imitad a Dios, como hijos muy amados, 2 y llevad una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.
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