Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 123 (122)
Levanto mis ojos hacia ti
123 Cántico de peregrinación.
Levanto mis ojos hacia ti
que habitas en el cielo.
2 Como dirigen sus ojos los siervos
hacia la mano de sus señores,
como dirige sus ojos la esclava
hacia la mano de su señora,
así dirigimos nuestros ojos
hacia Dios, Señor nuestro,
hasta que él se apiade de nosotros.
3 Apiádate, Señor, apiádate de nosotros,
pues estamos hartos de desprecio;
4 estamos ya cansados
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los soberbios.
El éxito de los malvados
21 Job respondió así:
17 ¿Cuándo se apaga la lámpara del malvado?
¿Cuándo le sobreviene la desgracia
o la cólera divina lo colma de dolor?
18 ¿Son paja acosada por el viento
o tamo que avienta el huracán?
19 ¿Va a castigar Dios a sus hijos?
¡Que lo pague él y escarmiente!
20 ¡Que él mismo asista a su ruina,
que absorba la cólera del Todopoderoso!
21 ¿Qué le importa su hacienda una vez muerto,
cuando sus meses no puedan ya contarse?
22 ¿Quién puede enseñar algo a Dios,
si sólo él es capaz de gobernar el cielo?
23 Hay quien muere en pleno vigor,
rebosante de dicha y de paz,
24 con sus lomos forrados de grasa
y jugosa la médula de sus huesos.
25 Y hay quien muere saciado de amargura,
sin haber experimentado la dicha.
26 Pero ambos se acostarán en el polvo
bajo una cubierta de gusanos.
27 Bien me sé lo que pensáis,
todo lo que tramáis contra mí.
28 Decís: “¿Dónde está la casa del soberbio,
la tienda donde moraban los impíos?”.
29 ¿Por qué no preguntáis a quienes viajan
y sabréis bien lo que piensan?
30 El malvado se libra el día del desastre,
se encuentra a salvo el día de la cólera.
31 ¿Quién le reprocha su conducta
o le pasa cuentas de lo que ha hecho?
32 Es conducido al cementerio,
la gente vela junto a su tumba,
33 no siente el peso de la tierra.
Tras él desfila todo el mundo,
lo precede una turba innumerable.
34 ¿A qué entonces me consoláis con vaciedades?
¡Si tan sólo argumentáis con engaños!
Saludo
1 El Anciano a la Señora elegida por Dios y a sus hijos a quienes amo conforme a la verdad; y no solamente yo, sino todos cuantos han conocido la verdad. 2 Compartimos, en efecto, la verdad que permanece en nosotros y nos acompañará siempre. 3 Que la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estén con nosotros, junto con la verdad y el amor.
Vida en el amor y la verdad
4 Me he alegrado sobremanera al comprobar que bastantes de tus hijos viven conforme a la verdad según el mandamiento del Padre. 5 Ahora, Señora, te ruego que nos amemos unos a otros, no como si te escribiera sobre un mandamiento nuevo, sino sobre el que tenemos desde el principio. 6 Y como amar significa cumplir los mandamientos del Señor, vivid conforme al mandamiento del amor, tal como se os enseñó desde el principio.
7 Entre vosotros andan muchos embaucadores que no quieren reconocer a Jesucristo como verdadero hombre; a ellos pertenece el seductor y el anticristo. 8 Estad, pues, alerta para que no echéis a perder el fruto de vuestro esfuerzo y recibáis completa vuestra paga. 9 Quien se descarría y no permanece fiel a la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios. Pero quien permanece fiel a esa enseñanza, tiene al Padre y al Hijo. 10 No ofrezcáis vuestra casa, y ni siquiera saludéis, al que acuda a vosotros sin llevar el aval de esta enseñanza; 11 saludarlo equivale a hacerse cómplice del mal que está causando.
Despedida
12 Tendría muchas más cosas que escribiros, pero no quiero hacerlo utilizando papel y tinta. Espero encontrarme pronto entre vosotros y hablaros personalmente para que vuestra alegría sea completa. 13 Te saludan los hijos de tu hermana, que también ha sido elegida por Dios.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España