Revised Common Lectionary (Complementary)
8 Señor, Dios de los ejércitos, ¡oye mi oración!
Dios de Jacob, ¡escúchame!
9 ¡Míranos, Dios y escudo nuestro,
y posa la mirada en el rostro de tu ungido!
10 Es mejor pasar un día en tus atrios
que vivir mil días fuera de ellos.
¡Prefiero estar a la puerta de tu templo, oh Dios,
que vivir en las mansiones de la maldad!
11 Tú, Dios y Señor, eres sol y escudo;
tú, Señor, otorgas bondad y gloria
a los que siguen el camino recto,
y no les niegas ningún bien.
12 Señor de los ejércitos,
¡cuán dichoso es el que en ti confía!
13 Cuando Daniel fue llevado a la presencia del rey, éste le dijo:
«¿Eres tú el Daniel que mi padre trajo de Judea, que vino entre los cautivos de Judá? 14 He oído decir que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halla más luz, entendimiento y sabiduría. 15 Han sido traídos a mi presencia sabios y astrólogos, para que lean esta escritura y me digan lo que significa, pero ninguno de ellos ha podido decirme lo que esto significa. 16 Sin embargo, he oído decir que tú puedes hacer interpretaciones y resolver dificultades. Si puedes leer esta escritura y decirme ahora lo que significa, serás vestido de púrpura, se te pondrá en el cuello un collar de oro, y se te nombrará tercer señor del reino.»
17 Allí, en presencia del rey, Daniel respondió:
«Su Majestad puede reservarse esos dones, o puede darlos a otros como recompensa Yo descifraré para Su Majestad esta escritura, y le diré lo que significa. 18 El Dios Altísimo dio al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad. 19 Por causa de la grandeza que Dios le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él, y él le quitaba la vida o se la daba a quien quería; a unos los engrandecía y a otros los humillaba. 20 Pero su corazón se envaneció, y se endureció su espíritu orgulloso, y por eso fue depuesto del trono y despojado de su gloria. 21 Expulsado de entre los hombres, su mente se volvió semejante a la de las bestias, y convivió con los asnos monteses. Fue alimentado con hierba, como los bueyes, y su cuerpo lo empapó el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega dicho reino a quien él quiere. 22 Pero Su Majestad Belsasar no ha humillado su corazón ante Dios, aun cuando sabe todo esto y es hijo del rey Nabucodonosor. 23 Lejos de eso, Su Majestad, en su soberbia, se ha levantado contra el Señor del cielo, ha mandado traer los vasos del templo de Dios, y tanto Su Majestad como sus invitados, y sus mujeres y concubinas, han bebido vino en ellos. Y no sólo eso, sino que Su Majestad ha dado alabanza a dioses de plata y oro, y de bronce, hierro, madera y piedra, ¡dioses que ni ven ni oyen nada, ni saben nada! En cambio, Su Majestad nunca ha honrado al Dios en cuya mano está su vida y todos sus caminos.
24 »Por eso ha salido de la presencia de Dios la mano que ha trazado esta escritura. 25 Lo que la escritura dice es lo siguiente: MENE, MENE, TEKEL, PARSIN. 26 Y lo que significa es: MENE: Dios ha llamado a cuentas al reino de Su Majestad, y le ha puesto fin. 27 TEKEL: Dios ha pesado a Su Majestad en una balanza, y su peso deja mucho que desear. 28 PARSIN: Dios ha dividido el reino de Su Majestad, y se lo ha dado a los medos y a los persas.»
29 Belsasar ordenó entonces que Daniel fuera vestido de púrpura, que se le pusiera en el cuello un collar de oro, y que se le proclamara como el tercer señor del reino.
30 Esa misma noche Belsasar, rey de los caldeos, murió asesinado, 31 y el reino quedó en manos de Darío de Media, cuando éste tenía sesenta y dos años.
Parábola de los dos hijos
28 Jesús les preguntó: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y se acercó al primero y le pidió: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.” 29 El primero le respondió: “No quiero”; pero después se arrepintió y fue. 30 Luego, se acercó al otro hijo, y le pidió lo mismo. Éste le respondió: “Sí, señor, ya voy”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad de su padre?» Ellos respondieron: «El primero». Entonces Jesús les dijo: «De cierto les digo, que los cobradores de impuestos y las rameras les llevan la delantera hacia el reino de Dios. 32 Porque Juan se acercó a ustedes para encaminarlos en la justicia, y no le creyeron; mientras que los cobradores de impuestos y las rameras sí le creyeron.(A) Pero ustedes, aunque vieron esto, no se arrepintieron ni le creyeron.»
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