Revised Common Lectionary (Complementary)
Oración pidiendo la ayuda del Señor
(1) Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.
3 (2) Señor,
muchos son mis enemigos,
muchos son los que se han puesto en contra mía,
2 (3) ¡muchos son los que dicen de mí:
«Dios no va a salvarlo»!
3 (4) Pero tú, Señor,
eres mi escudo protector,
eres mi gloria,
eres quien me reanima.
4 (5) A gritos pido ayuda al Señor
y él me contesta desde su monte santo.
5 (6) Me acuesto y duermo, y vuelvo a despertar,
porque el Señor me da su apoyo.
6 (7) No me asusta ese enorme ejército
que me rodea dispuesto a atacarme.
7 (8) ¡Levántate, Señor!
¡Sálvame, Dios mío!
Tú golpearás en la cara a mis enemigos;
¡les romperás los dientes a los malvados!
8 (9) Tú, Señor, eres quien salva;
¡bendice, pues, a tu pueblo!
5 «Miren ustedes a las naciones que los rodean;
mírenlas y llénense de espanto.
Estoy a punto de hacer cosas tales
que ustedes no las creerían, si alguien se las contara.
6 Voy a poner en pie de guerra a los caldeos,
que son gente cruel, que siempre están dispuestos
a recorrer el mundo de lado a lado
para adueñarse de tierras que no les pertenecen.
7 Son espantosos y terribles,
y no reconocen más ley que la suya.
8 Sus caballos son más veloces que los leopardos,
más salvajes que los lobos del desierto.
Sus jinetes galopan en gran número
y se lanzan al ataque desde lejos,
como el águila se lanza sobre su presa.
9 Todo lo destruyen a su paso;
en su avance van sembrando el terror,
y son más los prisioneros que hacen
que las arenas que hay en el mar.
10 Se burlan de los reyes
y de la gente importante.
Se ríen de las fortalezas,
pues levantan rampas ante ellas
y las toman por asalto.
11 Pasan como un huracán;
no reconocen más dios que su propia fuerza.»
12 Señor, ¿acaso no existes tú eternamente,
mi Dios santo e inmortal?
Señor y protector mío,
tú has dado fuerza a los caldeos
para que ellos ejecuten tu justicia.
13 Tú eres demasiado puro para consentir el mal,
para contemplar con agrado la iniquidad;
¿cómo, pues, contemplas callado a los criminales,
y guardas silencio mientras el malvado
destruye a los que son mejores que él?
14 ¿Por qué tratas a los hombres
como a peces del mar,
como a animales sin gobierno?
15 Los caldeos se apoderan de otras naciones
como el pescador se apodera del pescado:
lo atrapa con anzuelos y con redes,
y luego, al verlo todo junto, se llena de alegría.
16 Por eso el pescador adora sus redes y anzuelos,
y ofrece sacrificios y quema incienso en su honor,
pues gracias a ellos tiene comida buena y abundante.
17 Así, ¿seguirán los caldeos pescándonos con sus redes?
¿Seguirán matando sin compasión a la gente?
Fortaleza en las pruebas
2 Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. 3 Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. 4 Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada.
5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno. 6 Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro. 7 Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor, 8 porque hoy piensa una cosa y mañana otra, y no es constante en su conducta.
9 El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de ser enaltecido por Dios; 10 y el rico de ser humillado. Porque el rico es como la flor de la hierba, que no permanece. 11 Cuando el sol sale y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se cae y su belleza se pierde. Así también, el rico desaparecerá en medio de sus negocios.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.