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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Nueva Versión Internacional (NVI)
Version
Salmos 73

Libro III

(A)Salmo de Asaf.

73 En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
    con los de corazón puro!

Yo estuve a punto de caer;
    poco me faltó para que resbalara.
Sentí envidia de los arrogantes,
    al ver la prosperidad de esos malvados.

Ellos no tienen ningún problema;
    su cuerpo está fuerte y saludable.[a]
Libres están de los afanes de la gente;
    no les afectan los infortunios humanos.
Por eso lucen su orgullo como un collar
    y hacen gala de su violencia.
Están que revientan de malicia
    y hasta se les ven sus malas intenciones.
Ellos se burlan, hablan con maldad,
    y arrogantes oprimen y amenazan.
Con la boca increpan al cielo
    y su lengua se pasea por la tierra.
10 Por eso la gente acude a ellos
    y bebe sus palabras como agua.
11 Hasta dicen: «¿Cómo puede Dios saberlo?
    ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?».

12 Así son los malvados;
    sin afanarse, aumentan sus riquezas.

13 En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio
    y mis manos lavadas en la inocencia,
14 si todo el día me golpean
    y de mañana me castigan?

15 Si hubiera dicho: «Voy a hablar como ellos»,
    habría traicionado al linaje de tus hijos.
16 Cuando traté de comprender todo esto,
    me resultó una carga insoportable,
17 hasta que entré en el santuario de Dios;
    allí comprendí el fin que les espera:

18 En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo
    y los empujas a su propia destrucción.
19 ¡En un instante serán destruidos,
    totalmente consumidos por el terror!
20 Como quien despierta de un sueño,
    así, Señor, cuando tú te levantes,
    los despreciarás como una ilusión.

21 Se me afligía el corazón
    y se me amargaba el ánimo
22 por mi necedad e ignorancia.
    ¡Me porté contigo como una bestia!

23 Pero yo siempre estoy contigo,
    pues tú me sostienes de la mano derecha.
24 Me guías con tu consejo
    y más tarde me acogerás en gloria.
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
    Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
26 Podrán desfallecer mi cuerpo y mi corazón,
    pero Dios es la roca de mi corazón;
    él es mi herencia eterna.

27 Perecerán los que se alejen de ti;
    tú destruyes a los que te son infieles.
28 Para mí el bien es estar cerca de Dios.
    He hecho del Señor Soberano mi refugio
    para contar todas sus obras.

Jonás 3

Jonás obedece al Señor

La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar».

Jonás se levantó y se encaminó a Nínive, como el Señor le ordenó. Nínive era una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás entró en la ciudad y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!». Y los ninivitas creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron con ropa áspera en señal de arrepentimiento.

Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, se vistió con ropa áspera y se sentó sobre ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive:

«Por decreto del rey y de su corte:

»Ninguna persona o animal, ni ovejas ni vacas, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Personas y animales vestirán telas ásperas y clamarán a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos».

10 Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que habían abandonado su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que había anunciado.

2 Pedro 3:8-13

Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años y mil años, como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego; y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.[a]

11 Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes con devoción, siguiendo una conducta santa 12 y esperando ansiosamente[b] la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. 13 Pero según su promesa, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habita la justicia.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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