Revised Common Lectionary (Complementary)
9 Entonces llamarás al Señor y responderá,
pedirás socorro y dirá: “Aquí estoy”.
Si apartas los cepos de en medio de ti,
si no delatas acusando en falso;
10 si partes tu comida con el hambriento
y sacias el hambre del indigente,
entonces brillará tu luz en la tiniebla,
tu oscuridad será igual que el mediodía.
11 El Señor será siempre tu guía,
saciará tu hambre en el desierto,
hará vigoroso tu cuerpo,
serás como un huerto regado,
como un manantial de aguas
cuyo cauce nunca se seca.
12 Volverás a levantar viejas ruinas,
cimientos desolados por generaciones;
te llamarán reparador de brechas,
repoblador de lugares ruinosos.
El sábado
13 Si te abstienes de comerciar en sábado,
de negociar en mi día santo;
si llamas al sábado tu delicia
y lo consagras a honrar al Señor;
si lo honras sin pensar en tus asuntos,
sin buscar tu interés y tus negocios,
14 entonces te deleitarás en el Señor,
te llevaré a las alturas de la tierra,
te haré gustar la herencia de tu padre Jacob.
Ha hablado la boca del Señor.
Salmo 103 (102)
Bendigan todos al Señor
103 De David.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
no te olvides de sus favores.
3 Él perdona todos tus pecados,
él sana todos tus males;
4 él libra tu vida de la fosa,
te corona de amor y de ternura;
5 colma de bienes tu existencia,
y tú te rejuveneces como un águila.
6 El Señor imparte justicia
y derecho a los oprimidos.
7 Mostró sus caminos a Moisés,
a los hijos de Israel sus proezas.
8 El Señor es clemente y compasivo,
paciente y lleno de amor.
18 Ustedes no se han acercado a una montaña de esta tierra. No han tenido que enfrentarse a un fuego ardiente, a las oscuras tinieblas o al fragor de la tormenta; 19 tampoco al clamor de la trompeta o al sonido de aquellas palabras que, al oírlo, hizo suplicar a los israelitas que no les hablara Dios. 20 Y es que les resultaba intolerable lo que se les había prescrito: Cualquiera que ponga el pie en la montaña, aunque se trate de un animal, morirá apedreado. 21 Era tan estremecedor el espectáculo, que el mismo Moisés exclamó: Estoy aterrorizado y lleno de miedo.
No rechazar al Señor
22 Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, a la multitud festiva de los ángeles, 23 a la asamblea de quienes han sido inscritos como primeros ciudadanos de los cielos, a Dios que es juez de todos, a los espíritus de los que, habiendo vivido rectamente, han alcanzado la meta, 24 a Jesús, en fin, mediador de una alianza nueva, cuya sangre, rociada sobre nosotros, clama con más elocuencia que la de Abel.
25 Estén, pues, atentos a no rechazar la voz de Dios. Porque si los que rechazaron a quien hablaba desde la tierra no consiguieron escapar, ¿qué sucederá con nosotros si volvemos la espalda a quien nos habla desde el cielo? 26 Entonces su voz hizo temblar la tierra; ahora mantiene lo que prometió cuando dijo: Haré temblar una vez más no sólo la tierra, sino también el cielo. 27 Con las palabras “una vez más” indica que lo inestable, por ser criatura, va a ser transformado y sólo permanecerá lo inconmovible. 28 Y puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, tributemos a Dios un culto agradable con reverencia y respeto. 29 Que no en vano nuestro Dios es un fuego devorador.
Jesús cura a una mujer en sábado
10 Un sábado estaba Jesús enseñando en la sinagoga. 11 Había allí una mujer a la que un espíritu maligno tenía enferma desde hacía dieciocho años. Se había quedado encorvada y era absolutamente incapaz de enderezarse. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
— Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
13 Y puso las manos sobre ella. En el mismo instante, la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. 14 El jefe de la sinagoga, irritado porque Jesús había hecho una curación en sábado, dijo a todos los presentes:
— Seis días hay para trabajar. Vengan uno de esos días a que los curen y no precisamente el sábado.
15 Pero el Señor le respondió:
— ¡Hipócritas! ¿Quién de ustedes no desata su buey o su asno del pesebre y los lleva a beber aunque sea sábado? 16 Pues esta mujer, que es descendiente de Abrahán, a la que Satanás tenía atada desde hace dieciocho años, ¿acaso no debía ser liberada de sus ataduras incluso en sábado?
17 Al decir Jesús esto, todos sus adversarios quedaron avergonzados. Por su parte, el pueblo se alegraba de las obras prodigiosas que él hacía.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España