Revised Common Lectionary (Complementary)
10 Alegraos con Jerusalem, y gozaos con ella, todos los que la amáis: llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella:
11 Para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que ordeñéis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
12 Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las gentes como un arroyo que sale de madre; y mamaréis, y sobre el lado seréis traídos, y sobre las rodillas seréis regalados.
13 Como aquel á quien consuela su madre, así os consolaré yo á vosotros, y en Jerusalem tomaréis consuelo.
14 Y veréis, y alegraráse vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba: y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se airará contra sus enemigos.
Al Músico principal: Cántico: Salmo.
66 ACLAMAD á Dios con alegría, toda la tierra:
2 Cantad la gloria de su nombre:
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid á Dios: ¡Cuán terribles tus obras!
Por lo grande de tu fortaleza te mentirán tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará,
Y cantará á ti;
Cantarán á tu nombre. (Selah.)
5 Venid, y ved las obras de Dios,
Terrible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6 Volvió la mar en seco;
Por el río pasaron á pie;
Allí en él nos alegramos.
7 Él se enseñorea con su fortaleza para siempre:
Sus ojos atalayan sobre las gentes:
Los rebeldes no serán ensalzados. (Selah.)
8 Bendecid, pueblos, á nuestro Dios,
Y haced oir la voz de su alabanza.
9 Él es el que puso nuestra alma en vida,
Y no permitió que nuestros pies resbalasen.
6 HERMANOS, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote á ti mismo, porque tú no seas también tentado.
2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo.
3 Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, á sí mismo se engaña.
4 Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo respecto de sí mismo, y no en otro.
5 Porque cada cual llevará su carga.
6 Y el que es enseñado en la palabra, comunique en todos los bienes al que lo instruye.
7 No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; que á su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado.
10 Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien á todos, y mayormente á los domésticos de la fe.
11 Mirad en cuán grandes letras os he escrito de mi mano.
12 Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os constriñen á que os circuncidéis, solamente por no padecer persecución por la cruz de Cristo.
13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.
14 Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado á mí, y yo al mundo.
15 Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
16 Y todos los que anduvieren conforme á esta regla, paz sobre ellos, y misericordia, y sobre el Israel de Dios.
10 Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él había de venir.
2 Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies.
3 Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino.
5 En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta casa.
6 Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros.
7 Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.
8 Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante;
9 Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á vosotros el reino de Dios.
10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid:
11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros.
16 El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.
17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
18 Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo.
19 He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
20 Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
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