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Revised Common Lectionary (Complementary)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with thematically matched Old and New Testament readings.
Duration: 1245 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Hechos 9:1-6

La conversión de Saulo

Entonces Saulo, respirando aún amenazas y homicidio contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas en Damasco, con el fin de llevar preso a Jerusalén a cualquiera que hallara del Camino[a], fuera hombre o mujer.

Mientras iba de viaje, llegando cerca de Damasco, aconteció de repente que le rodeó un resplandor de luz desde el cielo. Él cayó en tierra y oyó una voz que le decía:

—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Y él dijo:

—¿Quién eres, Señor?

Y él respondió:

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues[b]. Pero levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que te es preciso hacer.

Hechos 9:7-20

Los hombres que iban con Saulo habían quedado de pie, enmudecidos. A la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie. Entonces Saulo fue levantado del suelo, y aun con los ojos abiertos no veía nada. Así que, guiándole de la mano, le condujeron a Damasco. Por tres días estuvo sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había cierto discípulo en Damasco llamado Ananías, y el Señor le dijo en visión:

—Ananías.

Él respondió:

—Heme aquí, Señor.

11 El Señor le dijo:

—Levántate, ve a la calle que se llama La Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he aquí él está orando, 12 y en una visión[a] ha visto a un hombre llamado Ananías que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

13 Entonces Ananías respondió:

—Señor, he oído a muchos hablar acerca de este hombre, y de cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén. 14 Aun aquí tiene autoridad de parte de los principales sacerdotes para tomar presos a todos los que invocan tu nombre.

15 Y le dijo el Señor:

—Ve, porque este hombre me es un instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. 16 Porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

17 Entonces Ananías fue y entró en la casa; le puso las manos encima y dijo:

—Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

18 De inmediato le cayó de los ojos algo como escamas, y volvió a ver. Se levantó y fue bautizado; 19 y habiendo comido, recuperó las fuerzas.

Saulo predica en Damasco

Saulo estuvo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. 20 Y en seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo:

—Este es el Hijo de Dios.

Salmos 30

Alabanza al Dador de la vida

30 Cántico para la dedicación del templo. Salmo de David.

Te glorificaré, oh SEÑOR,
porque me has levantado
y no has dejado que mis enemigos
se alegren de mí.
Oh SEÑOR, Dios mío, a ti clamé
y me sanaste.
Oh SEÑOR, tú has hecho subir
mi alma del Seol;
desde la fosa me has vuelto a la vida.
Canten al SEÑOR, ustedes sus fieles; celebren la memoria de su santidad.
Porque su ira dura solo un momento pero su favor dura toda la vida.
Por la noche dura el llanto
pero al amanecer vendrá la alegría.
Yo dije en medio de mi tranquilidad: “No seré movido jamás”.
Tú, oh SEÑOR, por tu buena voluntad estableciste mi monte con poder. Pero escondiste tu rostro,
y quedé turbado.
A ti, oh SEÑOR, invocaré;
al Señor suplicaré:
“¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo?
¿Anunciará tu verdad?”.
10 Escucha, oh SEÑOR, y ten
misericordia de mí.
SEÑOR, sé tú mi ayudador.
11 Has convertido mi lamento en una danza;
quitaste mi vestido de luto y me ceñiste de alegría.
12 Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré para siempre.

Apocalipsis 5:11-14

11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas y millares de millares. 12 Y decían a gran voz:

“Digno es el Cordero,

que fue inmolado,

de recibir el poder,

las riquezas, la sabiduría,

la fortaleza, la honra,

la gloria y la alabanza”.

13 Y oí a toda criatura que está en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, diciendo:

“Al que está sentado en el trono

y al Cordero

sean la bendición y la honra

y la gloria y el poder

por los siglos de los siglos”.

14 Los cuatro seres vivientes decían: “¡Amén!”. Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron[a].

Juan 21:1-19

Jesús aparece a los suyos en Galilea

21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos en el mar de Tiberias. Se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado Dídimo, Natanael que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo:

—Voy a pescar.

Le dijeron:

—Vamos nosotros también contigo.

Salieron y entraron en la barca, pero aquella noche no consiguieron nada. Al amanecer, Jesús se presentó en la playa, aunque los discípulos no se daban cuenta de que era Jesús. Entonces Jesús les dijo:

—Hijitos, ¿no tienen nada de comer?

Le contestaron:

—No.

Él les dijo:

—Echen la red al lado derecho de la barca, y hallarán.

La echaron, pues, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro:

—¡Es el Señor!

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó el manto, pues se lo había quitado, y se tiró al mar. Los otros discípulos llegaron con la barca, arrastrando la red con los peces porque no estaban lejos de tierra sino como a cien metros. Cuando bajaron a tierra, vieron brasas puestas con pescado encima, y pan.

10 Jesús les dijo:

—Traigan de los pescados que ahora han pescado.

11 Entonces Simón Pedro subió y sacó a tierra la red llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres de ellos y, aunque eran tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo:

—Vengan, coman.

Ninguno de los discípulos osaba preguntarle: “Tú, ¿quién eres?”, pues sabían que era el Señor. 13 Vino, entonces, Jesús y tomó el pan y les dio; y también hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos.

Jesús y Pedro

15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro:

—Simón hijo de Jonás, ¿me amas tú más que estos?

Le dijo:

—Sí, Señor; tú sabes que te amo[a].

Jesús le dijo:

—Apacienta mis corderos.

16 Le volvió a decir por segunda vez:

—Simón hijo de Jonás, ¿me amas?

Le contestó:

—Sí, Señor; tú sabes que te amo[b].

Jesús le dijo:

—Pastorea mis ovejas.

17 Le dijo por tercera vez:

—Simón hijo de Jonás, ¿me amas[c]?

Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me amas[d]?”. Y le dijo:

—Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo[e].

Jesús le dijo:

—Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo que cuando eras más joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.

19 Esto dijo señalando con qué muerte Pedro había de glorificar a Dios. Después de haber dicho esto le dijo:

—Sígueme.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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